Biden frente a Trump

En términos más políticos, no es Biden quien se aferra a la posibilidad de continuar en la presidencia: es el desistimiento y la indolencia de miles de estadounidenses más jóvenes que rehúsan hacerse cargo de la Administración pública del país lo que acaba asolando el escenario electoral. El líder demócrata ha emitido reiteradas señales de confusión que han suscitado un comprensible debate sobre su capacidad para seguir dirigiendo EE UU en otro mandato que finalizaría con 86 años. Pero solo él puede decidir someterse a revisión. Y es probable que millones de norteamericanos perciban sus despistes en los mismos términos en los que el fiscal Hur redactó su informe: «Un hombre simpático, bien intencionado, de edad avanzada y con mala memoria». Lo peor del caso es que, con mucha probabilidad, su candidatura acabará enfrentándose a la de un aspirante, Donald Trump, al que ha avalado Vladímir Putin en una entrevista dirigida al público estadounidense en la que le ha concedido prácticamente la virtud de desarmar a Ucrania con el bloqueo de nuevas ayudas.

Hur ha exonerado de responsabilidades penales a Biden por haber conservado documentos sobre la intervención de EE UU en Afganistán. Pero podría darse la circunstancia de que Trump llegara a la recta final de las presidenciales bajo tantas imputaciones de extraordinaria gravedad para la democracia que obliguen a los electores a optar entre un octogenario bienintencionado y un septuagenario sin escrúpulos.