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El demoledor impacto inicial de la guerra en Ucrania en el mercado energético, el precio de las materias primas y las cadenas de suministro cuando la economía internacional se reponía a duras penas de los estragos de la pandemia disparó el temor a una aguda ... recesión, que difícilmente estaría superada a estas alturas y condicionaría las elecciones generales previstas para diciembre, adelantadas por Pedro Sánchez al 23 de julio. Aquellos augurios catastrofistas que amenazaban las expectativas del Gobierno se han visto desmentidos por los hechos con un comportamiento de los principales indicadores mucho mejor del esperado, lo que permite al Ejecutivo sacar pecho y deja a la oposición sin una de las bazas con las que contaba. La resistencia mostrada por la actividad y el empleo ofrece un respiro frente al negro panorama dibujado hace apenas unos meses. Pero ni ello significa que existan motivos para el triunfalismo ni en la sociedad se ha instalado un estado de ánimo que garantice la captación de votos por ese motivo.
La evolución de la economía ofrece una doble cara. Nuestro país lidera el crecimiento entre las potencias del euro, pero también es el único del área cuyo PIB no ha recuperado aún el nivel precovid. La inflación se ha moderado de forma acelerada y figura entre las más bajas de la UE, aunque no en el caso de los alimentos, y además España sufrió la mayor pérdida de poder adquisitivo en el último ejercicio. El mercado laboral ha alcanzado un récord histórico –más de 20,8 millones de afiliados a la Seguridad Social– y el paro ha caído hasta los niveles previos a la crisis de 2008 pese a un contexto extraordinariamente negativo, si bien las horas trabajadas y la productividad registran unos datos decepcionantes y el desempleo se mantiene como el más alto de la Unión.
En resumen, una situación plagada de claroscuros de la que el Gobierno y la oposición pueden quedarse con la parte que más les conviene, aunque hacerlo solo con una distorsione la realidad y, puesto que los ciudadanos se guían más por sus percepciones personales en ese ámbito que por las estadísticas, difícilmente resulte muy rentable en las urnas. Más puede serlo el fuerte aumento del salario mínimo y las pensiones que ocupa un lugar destacado en la agenda social de Sánchez, cuyo contrapunto es el ajuste del gasto al que estará obligado el próximo Ejecutivo para contener el déficit y la deuda al regresar la disciplina fiscal a la UE.
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