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A la crisis sanitaria del coronavirus seguirá, con toda seguridad, una crisis económica de dimensiones aún no vislumbradas, pero también nos dejará una serie de enseñanzas que haríamos mal en despreciar, pues nos permitirán adoptar las medidas precisas para evitar consecuencias similares en el futuro. ... A tal efecto es preciso tener en cuenta que la globalización de las relaciones humanas, con un movimiento incesante de gentes de unos países hacia otros, por alejados que estos se encuentren entre sí, hace que la posibilidad de extensión de una nueva enfermedad altamente contagiosa para la que aún no haya tratamiento sea prácticamente imparable y que, por ello, las medidas preventivas desde el mismo momento de su aparición sean las únicas efectivas. Ello hace necesario que en el futuro, cuando una enfermedad de tales características aparezca, las autoridades del lugar donde se haya generado estén obligadas a realizar una rápida y veraz comunicación para que el resto de países puedan adoptar las medidas de prevención adecuadas que eviten, o al menos minimicen, su llegada a sus países. Por supuesto, la investigación en este campo debiera poder contar, desde ya, con los medios económicos precisos para conseguir que vayamos por delante de posibles problemas, y si estos se producen sus efectos sean los menores posibles, para lo que la colaboración en temas de esta naturaleza debiera ser total y sin reservas.
Con independencia de las cuestiones sanitarias, fundamentales y prioritarias hasta que los contagios dejen de ser un factor de riesgo -y que una vez pase este deberán estudiarse en profundidad para tener los instrumentos para combatirlo si se repite en un futuro próximo-, otros muchos son los efectos generados por una pandemia como la del Covid-19, ya que la paralización producida en las distintas actividades económicas de nuestra vida cotidiana tendrá unas consecuencias muy importantes a las que lógicamente habrá que prestar la atención prioritaria que su importancia requiere, dada su repercusión en el empleo y, por tal, en la vida de muchas familias. Por ello, resueltas las consecuencias más inmediatas que aquella haya producido en nuestra economía, sería importante analizar las características de nuestro sistema productivo para determinar lo que en él se debiera corregir para evitar consecuencias futuras como las padecidas en esta crisis. Veamos, simplemente a título de ejemplo, dos de ellas.
El monocultivo económico centrado principalmente en una única actividad productiva, como es el turismo, supone un riesgo muy grande para el futuro de la región o país que lo tenga como base prioritaria de su economía, pues a los problemas de la lucha por mantener su competencia con otras zonas de menores costos se añaden aquellos derivados de los problemas originados en un momento dado en los países emisores de los turistas o, peor aún, cuando los mismos afectan de forma global a la economía o a la salud pública, como el padecido por la pandemia del coronavirus. Turismo, por ello, en Cantabria y en España, sí, pero de calidad, y sin olvidar los otros sectores básicos de una economía equilibrada, en la que la industria, la energía, el comercio local, la agricultura y, al menos en nuestra comunidad, la ganadería y el sector forestal, deben ocupar un espacio muy importante.
Otra consecuencia que la reciente crisis ha puesto de manifiesto es que la externalización hacia países de bajo nivel salarial, como China o la India, de la fabricación prácticamente total de los productos que luego se venden en nuestro país o exportamos al exterior, desde medicinas a ropas para las principales marcas comerciales, o que son necesarios para la fabricación de elementos más complejos, como coches o toda clase de aparatos electrónicos, por no citar productos estratégicos y hasta de consumo diario, conlleva que problemas en tales países originen consecuencias graves de abastecimiento de productos y elementos básicos para la producción industrial en nuestro país, lo que aconseja que una parte importante de su producción fuese realizada en nuestro propio país, con la ventaja añadida de que ello proporcionará empleo que redundará positivamente en nuestra economía. Y en caso de fallo del abastecimiento exterior podrá fácilmente resolverse el problema reforzando la producción nacional y con ello no afectando gravemente a las industrias o comercios a los que abastecen.
Muchas otras y muy diversas son las enseñanzas que de una crisis como la que estamos viviendo los expertos podrán sacar cuando termine, entre las que seguro que está la necesidad de invertir mucho más de lo que actualmente hacemos en investigación, y no seguir aplicando la máxima unamuniana de que inventen ellos, por lo que sería una gran irresponsabilidad de nuestros dirigentes que cuando esta crisis finalice cerrasen este capítulo de nuestras vidas como si nada hubiese ocurrido y sin tomar las pertinentes previsiones y decisiones para el futuro.
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