
El espigón de La Magdalena, a debate
David Elvira cayón y domingo de la lastra
Domingo, 28 de marzo 2021, 07:47
Secciones
Servicios
Destacamos
David Elvira cayón y domingo de la lastra
Domingo, 28 de marzo 2021, 07:47
El espigón de La Magdalena divide a los santanderinos. Están aquellos que reclaman seguir adelante con la obra y hacer un segundo dique –defienden la ... playa y el turismo– y los que insisten en que hay que derribarlo porque somos una ciudad con un entorno natural privilegiado y por ello tenemos la obligación de apreciarlo, respetarlo y conservarlo para nosotros y para generaciones futuras.
David Elvira cayón | Plataforma Salvar el espigón es salvar La Magdalena
El sistema de playas La Magdalena-Los Peligros no está en equilibrio. Se distinguen dos zonas claramente diferenciadas, la playa de Los Peligros, donde la arena tiende a acumularse en su extremo oeste y el material se pierde por falta de apoyo lateral, más allá del Promontorio de San Martín; y la zona de Bikinis-La Magdalena, donde existe erosión, frente al campo de polo y el balneario, trasladándose el material hacia la playa de Los Peligros. Esta situación provoca que para mantener una zona de playa seca delante del campo de polo y del balneario hasta hace cuatro años ha sido necesario hacer aportes y recirculaciones de arena periódicas.
Exigimos tanto al Gobierno de España, como al Gobierno regional que, siguiendo las conclusiones de los informes encargados por el Ministerio de Fomento al Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex), reanude la construcción del segundo espigón proyectado en la zona del Promontorio de San Martín y, de esa manera, lograr la estabilización definitiva y permanente de las tres playas y evitar así los constantes rellenos de arena.
No es lógico que Santander sea sede del Instituto de Hidráulica, autoridad mundial en ingeniería marítima, y tengamos que plegarnos a las decisiones de unos políticos que sólo saben defender sus intereses y dar la espalda a la opinión mayoritaria de los ciudadanos y usuarios de las playas.
¡Cómo vamos a querer tener un turismo de playa y que los habitantes de Santander y Cantabria disfruten de los arenales si nos estamos quedando sin arena en las playas! Lo mismo ocurre con los espigones del Chiqui, que se quitaron y ahora las mareas se llevan la arena, lo que provoca que cuando hay temporales se inunde el Parque de Mesones.
El aumento del nivel del agua del mar es una evidencia y los temporales son cada vez más violentos, por lo que la construcción de diques para poder disfrutar de las playas los doce meses del año se hace imprescindible.
No queremos renunciar a disfrutar de nuestras playas, tal y como hoy las conocemos, y entendemos que la única solución definitiva y permanente pasa por terminar el proyecto redactado por la Universidad de Cantabria y construir el segundo espigón.
Animo al Ayuntamiento de Santander a realizar un sondeo entre los ciudadanos y preguntar si mantener los espigones y tener playa o que sea un pedregal y echar al turismo que nos visita. De esta manera se acabarían los juegos políticos y cada uno se pondría en evidencia ante la opinión pública. La diferencia de posturas entre las dos plataformas radica en pequeños detalles, como pueden ser lo estético, que nos quita visibilidad o que es muy alto…
Todo tiene solución si partimos de que hay que decidir entre las playas o los pedregales. Algunas soluciones no muy costosas, podrían pasar por bajar la altura del espigón un metro o metro y medio, o poner una pasarela encima con un bonito diseño, acompañado con unos bancos y farolas para el uso del ciudadano.
Las inversiones que realizan las administraciones se consideran amortizadas al cabo de diez años: ¡ojo a los responsables que pueden incurrir en malversación de caudales públicos al retirarlo antes de tiempo! Medio Ambiente, hasta ahora, no ha movido ficha y no se ha posicionado, pero lo más probable es que al mover una sola piedra y remover el fondo marino para eliminar el espigón se produzcan daños en el ecosistema.
Domingo de la Lastra | Plataforma Ciudadana Salvar La Magdalena
Santander es una ciudad que tiene monumentos con forma de paisaje. Sin duda alguna, el mayor recurso descansa en su privilegiada geografía, que le proporciona una calidad paisajística excepcional. Es difícil encontrar otra ciudad con un frente marítimo similar. El paseante puede iniciar su recorrido junto al Centro Botín y, sin perder contacto visual con el mar, recorrer toda la ciudad por el Paseo de Reina Victoria, la península de La Magdalena, el Camello, las playas del Sardinero, los Jardines de Piquío, Mataleñas, Cabo Mayor y los acantilados de la Costa Norte, hasta la Virgen del Mar.
Reconozcámoslo, una parte importante de la economía de la ciudad vive de la calidad de estos paisajes. Lo que justifica que muchas personas viajen en un fin de semana, de verano o invierno, para visitarnos, no es porque seamos más o menos simpáticos, tengamos edificios más espectaculares o porque en su ciudad no tengan museos. Lo que les atrae de Santander es lo bonita que es, las vistas del mar, las arboledas y los arenales, la bahía y los cantiles. Santander no es garantía de sol y playa, nuestra oferta es la calidad ambiental y lugares que mantienen un alto grado de naturalidad, porque no se han cometido los despropósitos de otras latitudes.
Es importante escuchar a la gente que viene de afuera para darse cuenta de lo que tenemos la suerte de disfrutar. Aunque sólo lo contempláramos en términos de rendimiento empresarial, estos paisajes deberían tratarse con la máxima prudencia y delicadeza, y bajo la premisa del mínimo impacto posible. Tenemos que hacernos amigos de nuestros lugares y darles el valor que merecen, solo así entenderemos qué actuaciones son las que suman y cuales restan.
Somos una ciudad con un entorno natural privilegiado y por ello tenemos la obligación de apreciarlo, respetarlo y conservarlo, para nosotros y para generaciones futuras. Comprender los lugares es el punto de partida para cualquier intervención adecuada en ellos. Indagar en su carácter, su historia, su naturaleza y su belleza. Que hayan pervivido hasta el día de hoy y que la naturaleza conviva dentro de un entorno urbano, resulta algo excepcional, pues en buena parte de las ciudades costeras se destruyó de forma irreversible. Nada de lo que podamos hacer va a poder mejorar lo que naturaleza hizo en el tiempo.
Sin embargo, un lugar tan excepcional como la ensenada de La Magdalena y sus playas, cuya imagen desde Reina Victoria ha sido el cartel más difundido de la ciudad durante más de un siglo, fue vulnerado y arrojado sobre él una masa informe de rocas de la manera más brutal e insensible. Resulta absurda y contraproducente la torpeza con la que se ha actuado. Ineludiblemente hemos de rectificar y deshacer el desaguisado. Tanto el Parlamento de Cantabria como el Ayuntamiento de Santander ya han solicitado su retirada. No son tiempos de confrontación sino de aliados, en la coincidencia de dar respuesta a los problemas, pero con soluciones que no destruyan nuestro patrimonio. Y tenemos que aprender a pedir cuentas a los responsables que tomaron la decisión y a los técnicos que proyectaron este tipo de soluciones desorientadas, anacrónicas y agresivas, en contra de nuestros intereses. Por la dolorosa destrucción que supone hacerlo y por la inevitable destrucción que implica deshacerlo.
Firmantes: Junto a Domingo de la Lastra figuran Manuel Zúñiga, Aurelio G-Riancho, Carlos García, Alberto Domínguez, Arturo Lastra, Ángel Chamizo, Eduardo Manzanares, Adán Musi y Javier Gómez-Acebo.
Ver fotos
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.