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Estar a la altura

MI RINCÓN DE INCERTIDUMBRES ·

Jueves, 2 de abril 2020, 07:16

Esta crisis nos está haciendo valorar como se merece al personal sanitario. Es la primera fuerza de choque, la última trinchera en la que depositan todas sus esperanzas los enfermos. En su profesionalidad, primero, y en su ternura, después, cuando ya no queda otra salida. ... Porque esta enfermedad que roba el aliento, hurta también la presencia de los seres queridos en la hora del adiós. Es entonces cuando aparece esa mano desconocida, cubierta con un guante que aleja del virus, pero no del enfermo, y da la última muestra de cercanía a la mano que se va, mientras su dueño se esconde detrás de una máscara que, además de protegerlo, oculta sus lágrimas. Los aplausos de las ocho de cada tarde les vienen bien, les dan fuerza para volver a la lucha del día siguiente con el mismo empeño, aunque conocedores de que aún no se dispone de todas las armas necesarias.

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