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Se han sumado múltiples comentarios a propósito de la salud mental, a los que yo también me he unido. Su demanda se ha incrementado como consecuencia de la precariedad en la que nos ha tocado vivir, y aunque su atención no ha sido la mejor, ... no por falta de interés o cualificación de los profesionales -están en su totalidad en la primera línea nacional-, lo ha sido, además de por un incremento de la demanda, por la falta de recursos, tanto personales como institucionales. De aquí que algunas de las patologías haya provocado grandes estragos, como el incremento de los suicidios, siempre penoso.
Mi ánimo hoy me lleva a un aspecto, que sin corresponder a la salud mental de forma específica, provoca ciertas patologías mentales que se pueden prevenir. Me refiero a los ocasionales desencuentros ocurridos en las empresas familiares, donde padres, hijos y demás familiares, como los cónyuges, en ocasiones huyen del diálogo, no respetan al que tiene la responsabilidad de la dirección, y el fracaso de la empresa además del malestar general de la familia, es la consecuencia. En este tiempo, he tenido ocasión de participar en el ámbito de una empresa de carácter familiar, que ha venido funcionando al ralentí hasta que, como reacción a las tensiones provocadas por los ERE, sufrió cierto caos, y por la crisis de autoridad del director (hijo mayor), a lo que se sumó una implicación negativa del padre, que aunque jubilado, no permite la libertad absoluta a los descendientes, interviniendo de forma permanente obstaculizando determinados proyectos.
Es el hijo mayor el que ha tomado las riendas de la empresa, después de la jubilación del padre, aunque previamente ya venía ejerciendo algunas labores de gestión. La empresa tiene el carácter de industrial y tecnológica, con importante comercio interior, amén de con un buen ramillete de países receptores.
Se trata pues de una empresa ciertamente compleja, tanto en su engranaje personal, todos técnicos superiores, como en su logística en la que se dan competencias de alto nivel. Son tres hermanos y dos hermanas, y el hermano mayor responsable de la dirección, es diligente, responsable, serio, formal, luchador, y además cuenta con la cualidades propias del liderazgo. Se ha granjeado el respeto y cariño de los operarios y hermanos, con excepción de una hermana y su cuñado. Estos, conjuntamente, piensan que la dirección la ha heredado por ser el hijo mayor, pero no el más capacitado. Parece que el cuñado dispone de formación, capacidad y experiencia.
El padre está cerca de la hija, ambiciosa, al que poco a poco le va exponiendo sus reivindicaciones, y el cuñado por otra parte, inepto, va tratando de acercarse al resto de la familia, e incluso a los operarios. El hijo mayor o director de la empresa, que es el que nos consulta, nos indica que siempre le ha apoyado e incluso protegido, porque cuando entró en la empresa carecía de formación, que es poco serio y que debajo de su fachada se esconde un individuo envidioso, por lo que ha aspirado siempre a ser jefe, sin que se haya dado cuenta de que su capacidad es limitada e incompetente, careciendo, además de la formación adecuada, de las cualidades de flexibilidad, solidaridad, respeto, identificación con los problemas, responsabilidad, paciencia, tenacidad, perseveración, constancia, incluso «me atrevo a asegurar que su ignorancia, torpeza e ineptitud, engendran la confianza y el atrevimiento que expresa».
Hablé con el padre, amable, inteligente y responsable, y después con el matrimonio formado por la hermana y su marido, que acudieron con cierto nerviosismo. Me llamó la atención que no me hablara de la empresa, de cómo estaba situada en el ránking nacional, de su producción, de su presente, pasado o futuro. Sólo me hablaron del egoísmo del hermano, de la soberbia y prepotencia del mismo, incluso que algo debe de ocurrir porque vive mejor que ningún hermano, y añadió la singularidad de su formación, de su experiencia y capacidad, además del sacrificio diario y la responsabilidad sin retribuir y sin agradecer.
La envidia, o sentimiento corrosivo entre hermanos, es muy común. Nacemos y nos modelamos a nosotros mismos dentro de la mutua interacción, a la vez que colaboramos y nos solidarizamos. Así aprendemos, pero cuando se desea tener lo que tiene el otro, o que el otro no tenga lo que tiene, sea lo que sea, se sufre tanto, que el discernimiento entra en un estado crepuscular, y si a esto lo sumamos la ignorancia e ineptitud, que siempre engendra más confianza que el conocimiento, la ceguera casi es absoluta.
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