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Recién llegado de Madrid a Santander el año pasado, mis primeras Navidades cántabras fueron de aquella manera. Perimetrados en algunas zonas, sin acceso a interiores, número de asistentes limitados... Esta vez, aunque a priori parecía que todo iba a mejor, con la variante Ómicron ... la cosa se ha puesto casi igual de fea. Y en mi caso aún más fea, porque el que les escribe se hizo una PCR antes de Navidad y le ha tocado estar confinado en una habitación hasta Año Nuevo.
Sí, el virus es un rollo. Nos hemos relajado además y, de repente, ¡zasca!, otra variante atacando para fastidiar. Como sigamos así vamos a tener que felicitar estas fechas diciendo «Feliz Covidad y próspero Covid nuevo». Igualmente, desde estas líneas me gustaría aprovechar la ocasión para invitarles a todos a que hagamos el esfuerzo de reflexionar y ver la parte positiva de las cosas. Gracias a la situación que vivimos muchos de ustedes a los que no les gusta la Navidad habrán evitado juntarse con ese familiar que tan mal les cae, sea un cuñado plasta, una suegra meticona o esa prima que pone nerviosos a todos porque no calla y te hace poner diademas con cuernos de reno para cenar. Es probable que hayan cocinado menos dejando la casa mucho más limpia, que eso parece que no, pero al día siguiente se agradece. Habrán puesto lo que quieran en la tele sin pelearse con el resto, eligiendo si querían ver las campanadas con Ramón García envuelto en una capa o a la Pedroche directamente sin envolver. Y es la excusa perfecta para saltarse el amigo invisible. E incluso la comida de Navidad de su empresa, comiendo con quién realmente les apetece. Además, si así lo han decidido, los días señalados habrán cenado cómodamente en pijama sin necesidad de estar arreglados. ¿Verdad que estar así también tiene su parte buena?
Y ahora hablando en serio: seguro que muchos de ustedes habrán compartido cena con su familia más cercana. Y si no han podido, al menos se habrán visto con una vídeollamada intercambiando un abrazo virtual. Si Dios quiere, o la Ciencia quiere, o los murciélagos de China en sopa quieren, vamos a pensar con ilusión que en breve estaremos volviendo, no a la nueva normalidad, sino a la vieja, que es la que realmente nos gusta. Ojalá que sea más pronto que tarde. Hasta entonces, les propongo encarar estos días de la manera más responsable, segura, positiva y optimista posible. Sé que es fácil decirlo y no tanto hacerlo. Por eso les invito a ponerlo ya mismo en práctica y no solo para estas fechas, sino como forma general de vida. Seguro que la gente de alrededor se lo agradece y ustedes mismos verán que aporta mucho más que actuar de forma contraria. Con mis mejores deseos para este nuevo año, ¡feliz 2022 a todos!
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