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Creo no equivocarme afirmando que todos, o casi todos, tenemos un vecino con el que nos encontramos a diario, o un conocido de los 'de toda la vida' o algún colega de trabajo de quien no tenemos ni idea cuando es su cumpleaños. Un buen ... ejemplo de ello lo encontramos en Liérganes.
Un 1 de febrero como hoy, hace nada menos que 360 años, nació en esa preciosa villa trasmerana un niño pelirrojo llamado Francisco de la Vega Casar. Famoso entre sus contemporáneos por su habilidad para nadar y bucear en el Miera, desapareció una noche de San Juan de 1674 cuando daba rienda suelta a su afición. Apareció cinco años después en aguas de Cádiz, y nunca sabremos que le ocurrió ni donde estuvo todo ese tiempo. Milagrosamente para la mentalidad de entonces, consiguió volver a casa, pero la magia de cómo se forjan las leyendas ya se había puesto en marcha.
Desde la Antigüedad y todavía en el siglo XVII, los fondos marinos eran lugares impenetrables, misteriosos y tan fascinantes como para nosotros lo es el universo, y la fantasía popular tardó poco en imaginar que el mozo había llegado nadando a Cádiz y regresó con escamas, cola de pez, aletas o membranas entre los dedos de las manos. El suceso corrió de boca a oreja dando lugar a diversas versiones, y traspasó los límites geográficos de la Merindad de Trasmiera, las Montañas de Burgos, los Pirineos y hasta el océano Atlántico.
Desde entonces en Liérganes no hay nadie que no conozca esta historia, y son tan niños cuando la escuchan por primera vez, que nadie se acuerda de cuándo o quien se la contó. El Hombre-Pez está tan presente en el pueblo que le vio nacer, crecer y desaparecer, que la calle principal, un paseo aterrazado sobre el río Miera obra del arquitecto Fernando Cuerno Cabrero, lleva su nombre, y a cada extremo lucen dos bonitos bajorrelieves que representan el momento en que unos pescadores gaditanos lo atrapan entre sus redes; muy cerca de allí una escultura de madera tropical recuerda al personaje nadando por encima de nuestras cabezas. Debajo del Puente Mayor, un molino de 1667 acoge un modesto pero acogedor centro de interpretación dedicado a divulgar la leyenda y diversos establecimientos o productos de hostelería hacen referencia a esta antigua historia.
Creo no equivocarme diciendo que la escultura pública más querida y popular de Cantabria se encuentra en Santander y son los raqueros de José Cobo. De igual manera no me cabe la menor duda de que la segunda, si hubiera un ránking, es la magnífica representación que Javier Anievas hizo del Hombre Pez en 2009. Cada año cientos de miles de personas visitan Liérganes, y nadie se va de allí sin hacerse una foto junto a ese hermoso mozo de bronce que, con mirada taciturna, observa el agua del Miera sentado en una roca bajo el Puente Mayor.
Resulta emocionante observar cómo la gente se acerca a esa escultura para tocarla, acariciarla, hacerse fotos y compartirlas con el mundo a través de las redes sociales, cómo se sientan con él y lo miran y lo abrazan como si fuera un amigo… Y eso es así porque sienten que Francisco de la Vega, el vecino que más fama y sentimiento de pertenencia ha dado al pueblo de Liérganes, también les pertenece. Es la magia del patrimonio inmaterial.
Como historiadora intérprete del patrimonio en el centro de interpretación contar la increíble historia de Francisco de la Vega, 'oficiar' con el rumor del agua del Miera de fondo, es una fascinante experiencia de comunión: la gente entra en ese pequeño espacio sin saber muy bien lo que se va a encontrar –o sabiéndolo sólo en parte–, pero sus caras se iluminan como niños cuando, al final, les hacemos saber que por el hecho de haber llegado hasta allí y de escuchar, ahora ellos también son parte de nuestra leyenda y lo serán más aún cuando, a su vez, se la cuenten a otros.
El escritor de Pámanes Francisco Cubría lo plasmó así en la inscripción que acompaña a los bajorrelieves del Paseo del Hombre Pez: «Verdad o leyenda su mayor hazaña es haber atravesado los siglos en la memoria de los hombres». 360 años, tres siglos y medio, nada menos.
¡Feliz cumpleaños, Liérganes! ¡Feliz cumpleaños, Hombre Pez!
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