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La existencia ligada a símbolos y mitos: siempre lo ha estado. Los símbolos y los mitos nos fascinan en grado máximo. Nos esponjan la mente. Pero, ¿qué son los símbolos y los mitos? Fantasías, eso es lo que son, Lutxo, viejo amigo. Estamos Lutxo y ... yo bajo el toldo de la terraza, medio recocidos, a mediados de octubre, aquí, en el sureño norte, y me dice: La vida social, también llamada vida en sociedad, necesita válvulas de escape, creo yo. No obstante, las fantasías son muy poderosas, Lutxo. Las fantasías nos gustan porque elevan y embellecen la realidad de la vida, que a veces es muy triste. Son necesarias. Sin ellas no habríamos llegado tan lejos. Las fantasías te pueden dar fuerza y esperanza. Te pueden deslumbrar. Por consiguiente, las fantasías nos engatusan, claro. Ya lo sabemos. Qué palabra, engatusar: parece cosa de gatos.
Al final nos dejamos liar por las fantasías. No podemos evitarlo. Nos pasa a todos. De hecho, esta debe de ser la maldición de nuestra vieja y cansada especie: las fantasías nos gustan más que las realidades. Y esa es la cuestión, Lutxo. Que tenemos que inventar fantasías para intentar olvidar las realidades. Y me dice: Y la política ¿qué es? ¿Fantasía o realidad? Y le digo: Y el conflicto palestino-israelí, ¿qué es? ¿Realidad o fantasía? Y me dice: realidad. Y le digo: entonces la política también tendría que ser realidad. Y me dice: ¿Y no lo es? Y le digo: no. La política está llena de fantasías, de símbolos, de mitos, de sueños, de dioses, de aspiraciones, de ideales, de utopías, de ficciones. Y las guerras son consecuencia de todo eso. Y me dice: No obstante, el dinero, sería estúpido pretender ignorarlo.
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