Folclore
CANTABRIA POSITIVA ·
La palabra con que designamos lo propio fue inventada por un inglés de la era victorianaSecciones
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CANTABRIA POSITIVA ·
La palabra con que designamos lo propio fue inventada por un inglés de la era victorianaEn toda celebración local o regional que se precie, tiene que aparecer el folclore. Esta es la palabra con la que designamos lo nuestro, lo tradicional que se preserva con mimo. Sin embargo, 'folclore' es un anglicismo. Su original, 'folklore', de 'pueblo (folk)' y 'cultura, ... enseñanza (lore)« es un neologismo de la era victoriana. El primero que lo utilizó fue un funcionario de la Cámara de los Lores y amante de las antigüedades, William Thoms, en una carta de 1846 a la gaceta literaria londinense 'Athenaeum'.
Hoy es folclore lo que un día fue, simplemente, cultura cotidiana. Que algo sea folclórico significa que ya no está vigente, que necesita el salvavidas de la reproducción nostálgica para no naufragar en la corriente de la historia. Sobre todo, el folclore emergió como tal, con autoconciencia, cuando la urbanización y la industrialización fueron devorando los estilos de vida más rurales. Y cuando a su vez la primera sociedad urbana e industrial vio superada su cotidianidad, se generó una segunda capa de folclore: ahora lo llamamos 'vintage'.
El folclore sirvió durante el franquismo como mensaje político de reconocimiento de la diversidad regional española. El régimen suponía que eso neutralizaba una politización de esa diversidad en perjuicio del estado centralizado. Al convertirse España en estado autonómico, sin embargo, el folclore quedó en una situación ambigua en muchas comunidades. Por un lado, sus tradiciones son más antiguas que las autonomías (aunque difícilmente anteriores al Renacimiento y a la monarquía hispánica). Si mañana la nuestra se fusiona o recentraliza, no por ello se evapora el folclore de Cantabria. Por otro lado, se espera que ese folclore acompañe al sentimiento de legitimación histórica que es, en último término, la explicación volitiva de cada comunidad, más allá del patrón racionalista de descentralización. Sin embargo, las comunidades son ahora piezas de una España urbanizada, europea, global, hiperinformada.
Apenas dos/tres generaciones nos separan de la sociedad rural de 1950. Los estudios de los folcloristas van pasando a los anales históricos, antropológicos, lingüísticos. Sin un plus de esfuerzo social y de 'refuncionalización', en otras dos generaciones todo será material de archivo solamente.
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