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Hay cierto cachondeo en el Gobierno y en el resto de partidos, también en el PSOE, por la ocurrencia de Pablo Zuloaga de presentar la llegada de nuevos aparatos sanitarios como si todavía fuese vicepresidente del Gobierno. Pero no lo es. Está en la ... oposición y, por eso, ni puede entrar en los hospitales ni hacerse la foto con el aparato en cuestión, que muchas veces ni los médicos han sacado aún de la caja cuando Zuloaga ya está a pie de calle otorgándose el mérito.
Pero esto quedará en una simple anécdota en comparación con la batalla sanitaria que se avecina en el Parlamento de Cantabria tras las palabras del consejero de Salud, César Pascual, apelando al copago como única solución para aliviar las listas de espera para operarse. «O te pones a la cola o copago. Tú vas al aeropuerto y, si vas en business, no esperas a la cola y entras directamente. Y si vas con tu billete de turista, tienes que esperar a la cola». Aunque la triste realidad sea esa, lo cierto es que la frase del consejero es tan desafortunada e insensible como la que utilizó en su día Rodrigo Rato para explicar la crisis financiera: «Es el mercado, amigo». Lo que viene a decir el consejero es que si tienes dinero tendrás prioridad para salvar la vida. Ni es mentira ni solo ocurre en Cantabria, pero sí se le puede reprochar a Pascual cierta indolencia en aceptar esta situación sin pelearla. Y, en cualquier caso, un error político cuando, precisamente, este consejero tiene encima la sombra de la privatización sanitaria. Hay que recordar que durante su anterior etapa como director gerente del Hospital Valdecilla, bajo el Gobierno presidido por Ignacio Diego (PP) entre 2011 y 2015, fue el encargado de privatizar cerca de una treintena de servicios hospitalarios no sanitarios a la multinacional Ferrovial.
Desde otros partidos ya han saltado calificándolo de «frivolidad inaceptable». Habrá que ver si se trata realmente de una política de gestión meditada o solo un resbalón del nuevo consejero. Aunque Pascual no es de los que dice lo que no quiere decir. Ni de los que rectifican.
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