La gran belleza
CON SOL DENTRO ·
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Un filme que es un ensayo estético y filosóficoTienen algunas películas el don de quedarse a vivir dentro de uno, anidan allí como un eco que multiplica dentro de nosotros sus significados. En ocasiones, esas voces nos llaman con insistencia y acabamos sentados, obedientes, ante el televisor para ver de nuevo aquello que ... nos conmovió. Volver entraña siempre el riesgo de la decepción. A ese posible desencanto ya vamos avisados: «al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver» (escribió Sabina versionando unos versos de Félix Grande). Pero ocurre que, a veces, regresas y es todavía mejor. Me ha pasado con 'La gran belleza', de Paolo Sorrentino. Son ya tres las ocasiones en las que la he visto y cada vez se me agiganta un poco más. El director italiano tiene eso que se viene a llamar una voz inconfundible. Tras cada secuencia está su firma, su clara huella. 'La gran belleza' es un ensayo estético y filosófico, una fiesta de la vida y una revelación de la decadencia. La película gravita alrededor de Roma, de la noche, del arte (con sus estafas y sus deslumbramientos) y del afán de todos por escapar de eso que Jep Gambardella, el protagonista, define como «la molestia de estar en el mundo». Gambardella tiene la cualidad de ver desnudo al emperador: ve con lucidez la vida hueca que, tras el aparente lustre, se revela triste, sin sentido, patética, deprimente. Él se sabe desnudo y desde esa fragilidad se conmueve con los «escuálidos, inconstantes destellos de belleza» que se va encontrando en sus lentos paseos por las calles de una ciudad decadente y bella. Merece la pena 'La gran belleza' solo por ver a Jep Gambardella mirar. La película está llena de destellos, es un festín que se renueva en cada nuevo visionado. «Las raíces son importantes», dice La Santa. Y Gambardella, desencantado pero conectado con la raíz de una gran belleza que él cree no haber encontrado, nos anuncia su gran verdad: «Siempre acaba así, con la muerte. Pero antes, ha estado la vida escondida bajo el bla, bla, bla, bla, bla... Todo está sedimentado bajo la cháchara y el ruido».
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