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Ni las derrotas ni las victorias son definitivas, que escribiría Saramago y algunos aún no han logrado entender. Hay quienes llevan desde el 2019 pretendiendo ganar con crispación lo que perdieron con votos en las urnas. Más allá de una escenografía obscena de esa falta ... de espíritu democrático que demuestra la derecha, el perjuicio que hacen a las instituciones y a la democracia es irreversible, daña la confianza de la ciudadanía y lesiona los cimientos sobre los que se construye nuestro país.
Hay quienes creyeron ver en el triunfo de las elecciones en Andalucía un cambio de ciclo. El debate del estado de la Nación demostró que no es así. Lo que ocurrió allí es que el PP volvió a demostrar que es incapaz de garantizar estabilidad donde gobierna, convocando elecciones anticipadas donde se preveía que iba a ganar para reforzar su propio discurso. Lo hizo antes en Madrid y Castilla y León, donde no ha ganado más espacio político e institucional del que ya tenía. Lo único que ha hecho es cambiar la moderación de Ciudadanos por la extrema derecha de VOX como socios preferentes de gobierno, indicando el camino que va a seguir Alberto Núñez Feijoo uniendo su destino al de Santiago Abascal.
Pero la política no solo es estrategia, son propuestas y proyectos para modernizar y transformar un país o un territorio y allí donde gobierna el PSOE la única alternativa a los gobiernos actuales es el PSOE. En Asturias, en La Rioja, en Navarra, en la Comunidad Valenciana, Baleares, Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura o Canarias no hay ningún proyecto alternativo al que lideran nuestros dirigentes autonómicos. Podríamos adelantar las elecciones en todos esos lugares, donde los pronósticos es que gane ampliamente el PSOE, para que el debate público tornara a decir que hay un nuevo cambio de ciclo pero somos más responsables y sabemos que, en un momento como el actual, lo urgente es gobernar dando estabilidad y lo importante es ofrecer certezas y esperanzas.
Si algo está dejando claro la acción del Gobierno de España es que hablamos a un país que necesita respuestas. Hablamos para las familias y los jóvenes a los que limitar las subidas de alquiler a un 2%, y no acorde a la inflación, supone un alivio económico; hablamos para quienes esos 100 euros más de beca cada mes representan poder estudiar y vivir con más dignidad; hablamos para los jubilados a los que hemos subido la pensión no contributiva 60 euros al mes para poder llenar la cesta de la compra; hablamos para quienes más nos necesitan y perciben un 15% más con el Ingreso Mínimo Vital; hablamos para los trabajadores que no pueden ser despedidos por subida de los costes energéticos; para todos los españoles a los que hemos reducido un 80% los impuestos sobre la electricidad y bajado el IVA del 21% al 5% en el recibo de la luz; hablamos para todos los que echan gasolina y tienen una rebaja de 20 céntimos por litro de combustible; hablamos para el sector del transporte o los agricultores y ganaderos que están recibiendo ayuda en una situación muy complicada; hablamos a quienes utilizan a diario la red de Cercanías que podrán viajar gratis en tren a Cabezón de la Sal, Torrelavega, Reinosa, Liérganes, Solares, Astillero o Maliaño a partir de septiembre; hablamos, en definitiva, para la mayoría social.
No hay alternativa a las políticas del presidente Pedro Sánchez como demostró el debate del estado de la Nación, donde vimos a una oposición confusa, con políticas del pasado, sin propuestas de futuro y que, cuando no tiene nada que ofrecer, recurre al terrorismo de ETA que la democracia, la unidad de la sociedad española y las instituciones del Estado de Derecho vencimos hace 10 años.
Quienes crean que el PSOE ha perdido el liderazgo en una legislatura compleja, con una pandemia, un volcán y una guerra, a las que ha hecho frente con la aprobación de más de 150 leyes medidas y recursos sin precedentes, simplemente no conocen al PSOE, la organización política más importante de nuestro país, con 143 años de historia.
El anuncio de dos nuevos impuestos a las entidades financieras y empresas energéticas para que contribuyan más a las arcas públicas en función del crecimiento de sus beneficios, es un punto de inflexión en el ecuador de la legislatura. Vamos a gobernar con más justicia social y equidad, redistribuyendo la riqueza y pensando en aquellos que solo tienen a la política para vivir mejor, en aquellos que merecen oportunidades y necesitan que hagamos del Estado del Bienestar un verdadero ascensor social frente a la desigualdad, dejando en el olvido aquellas políticas del pasado de la derecha a golpe de recortes, privatizaciones, copagos y amnistías fiscales a los defraudadores. No somos lo mismo y, una vez más, estamos demostrándolo.
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