Historia nueva para la Puebla Vieja

Historia, sí, porque hasta bien entrada la Edad Moderna uno podría haber pensado, con buen fundamento, que la capitalidad del territorio montañés iba a recaer en Laredo, y no en aquel batiburrillo de mareantes de arriba y de abajo que era Santander. De aquella preeminencia medieval, con su importante judería, sus casas nobles y demás, quedan la Puebla Vieja y algunos eventos en que se rememora a Carlos V. La UC tiene el buen gusto de inaugurar sus cursos de verano en la iglesia gótica de Santa María de la Asunción.

Un plan de excelencia turística para la Puebla Vieja podría revalorizar todo el conjunto, tanto para el cuidado y aprovechamiento del patrimonio, como para la puesta en marcha de una personalidad propia, con una vinculación a las artes y artesanías y gastronomía, al estilo de algunos barrios bohemios que son polos de atracción de muchas ciudades europeas.

Por la importancia de la judería laredana y por ser puerto de expulsión de hebreos españoles por los Reyes Católicos en la tragedia de 1492, la Puebla Vieja sería un lugar propicio para la memoria histórica de las juderías castellanas. España tiene una deuda moral impresionante con el mundo sefardí (y consigo misma por ello, además) y Laredo es un lugar idóneo para saldar alguna parte de ella. Necesita la Puebla Vieja una historia nueva. Alguien se lo debería tomar en serio.