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Contaba Plutarco que un vidente le había advertido a Julio César, a modo de infausto presagio, diciéndole: «Guárdate de los idus de marzo», a lo que él le contestó que estos «ya habían llegado». Y el vidente replicó: «Sí, pero aún no han acabado». Si ... hacemos balance, ya ha pasado un año desde que este coronavirus disruptivo irrumpió en nuestras vidas. Desde la ciencia sabemos algunas cosas, pero otras aún no y la investigación avanza marcada por el binomio contagios-vacunas al no haberse eliminado el virus. Todo importa, incluso los mensajes empáticos -como hace Nueva Zelanda-, pero existe un amplio consenso sobre que el nivel socioeconómico influye: en la probabilidad de exposición al virus (pensemos en sectores presenciales o con condiciones laborales temporales frente a otros en los que se teletrabaja o en la propia condición de las viviendas y tamaño de hogar), y en el contagio además de en la evolución de la enfermedad (mortalidad, comorbilidades y secuelas o covid persistente). El impacto negativo sobre los sectores más afectados, por su alta presencialidad y contacto interpersonal, es lo que inducidamente afecta al resto de la economía en términos de menor demanda y expectativas, como vemos ahora de cara a los cierres perimetrales en Semana Santa. No queda otra para revitalizar la actividad que domar la pandemia y evitar que la hemorragia laboral se convierta en permanente. Para reparar las desigualdades covid precisamos políticas con mayúsculas, no sólo sanitarias sino transversales (empleo, vivienda, medioambiente, transporte o de servicios sociales). ¿Todos estos cambios serán implementados? Es cuestión de perseverar con eclecticismo y que los que deciden tengan voluntad para ello. Mientras tanto, pongamos todos de nuestra parte.

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eldiariomontanes Los idus del coronavirus