La inteligencia artificial

La inteligencia artificial supone un progreso enorme en todos los campos, gracias a los programas de ordenador. Ya está contribuyendo a resolver un sinfín de problemas a una velocidad de vértigo, con la posibilidad de que, de una manera autónoma, se mejore el rendimiento por medio del aprendizaje de sus errores. Hablar de inteligencia artificial es hablar de máquinas inteligentes, algo que debería asustarnos, y mucho, porque si la literatura de la ciencia ficción ya nos ha demostrado su capacidad de predecir el futuro, a ver qué vamos a hacer con el porvenir que nos sugieren historias como las de 'Matrix' o 'Terminator', con máquinas que se rebelan contra su creador.

El gran Isaac Asimov ya presintió esos problemas con el enunciado de sus leyes robóticas, ésas que dicen que un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que sufra daños. Un robot debe obedecer las órdenes de los seres humanos, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la primera ley, y un robot debe proteger su propia existencia, mientras no entre en conflicto con la primera o segunda ley.​ ¿Pero qué pasa si un robot adquiere conciencia y deja de considerarse un robot? Y lo peor de todo ¿qué pasaría si esa máquina tan lista decidiera imitar el comportamiento humano? Volveré a ver 'Matrix' para decidir si me tomo la píldora roja o azul.