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Hubo en un tiempo sacerdotes que mandaban a los niños tirar piedras a los canecillos sensuales de las iglesias románicas para destruirlos. Afortunadamente, nunca llegaron a Cervatos y gracias a ello su colegiata de San Pedro está considerada la catedral del románico erótico hispano. ... Pero la huella de aquella mentalidad intolerante, que ya venía de muy atrás, sigue arraigada. Algo está pasando en nuestra sociedad, que ahora espía tras los visillos de las redes y acusa y persigue desde ellas con el apoyo de la ignorancia. Sirva el ejemplo de mi buen amigo, el burgalés afincado en Segovia, José Antonio Abella, que está sufriendo en sus carnes el mordisco de la incultura. Médico, escritor, escultor y amante de darle cuerpo a verdades y leyendas (su novela 'El hombre pez' es un monumento literario a ambas), ha esculpido la estatua de un demonio regordete y bonachón que, según tradición popular, construyó el acueducto. Y a sus pies va a ser colocado. Pero lo que debía ser simple representación en bronce de una fábula, ha soliviantado a las fuerzas inquisitoriales de la ciudad, encabezadas por la abogada María Esther Lázaro, que ha conseguido miles de firmas de apoyo a un manifiesto que pretende que «no se exalte el mal y la mentira». ¡Menuda abogada del diablo!

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