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Medio siglo convencidos de que en Santander gobernaban siempre los conservadores y resulta que no, que son… ¡reformistas! Y es que, por algún motivo incomprensible, todo lo que reluce bajo el sol en Santander es susceptible de que al equipo municipal se le ocurra reformarlo. ... Sea para bien, o para acabar como la plaza de Italia, claro, que en cuanto llueve con ganas sí que parece el nuevo 'barrio Venecia', o como quieren dejar el espigón de Pick, privándole de todo su encanto añejo.
Lo terrible es que ahora les haya dado por 'mejorar' el aparcamiento del Sardinero, porque cada vez que el Ayuntamiento mete mano por allí suben el pan y el Euríbor. O sea, que lo que era un espacio bien pensado y práctico tanto para los residentes en la ciudad como para los visitantes, con las reformas de hace una década se transformó en un 'escape room' cada vez que juega el Racing. Es lo que tiene cerrar salidas, claro: lo conviertes en una ratonera.
Por supuesto, sería fabuloso que se pudieran multiplicar las plazas, pero, ¿a qué precio? Porque el verdadero valor de ese parking es que sigue siendo gratuito. Como deberían ser las cosas que son de todos, por cierto.
Más allá del bochorno de la pérdida de ayudas europeas y el «un pasito 'p'alante', un pasito 'p'atrás'» consistorial, lo que nos jugamos con esto es el concepto de una ciudad para sus habitantes, frente a una clientela cautiva para los negocios de los futuros concesionarios. Es lo malo de tener esa tranquilidad de que, hagas lo que hagas, nunca perderás el sillón: que, al final, lo haces. Y luego no tiene remedio.
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