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La historia tiene una curiosa manera de trazar un círculo y volver al punto de partida, en el caso que nos ocupa, 50 años después. En 1970 Paulino Viota hizo su película más celebrada: 'Contactos'. Entonces Paulino y yo éramos amigos inseparables, habíamos hecho varias ... películas juntos y nos dispusimos a escribir un primer borrador del guión de 'Contactos'. Este era una denuncia radical del silencio y la clandestinidad a que se veían sometidos los que se oponían al franquismo, exponiéndolo sin concesiones. Tanto, que el espectador tendría que poner/imaginar de su parte todo lo que ocultaban los silencios y misteriosas idas y venidas de los personajes.
50 años después Paulino ha escrito un libro sobre Eisenstein en cuyo prólogo se desahoga, en tanto que víctima del nacionalismo catalán primero y del socialismo –versión cántabra– a continuación. Pues bien, sus amigos, más sabios que el quijotesco Paulino, le han pedido que se autocensure por su propio bien, ya que la redacción actual puede producir un rechazo de los libreros, en primer lugar, y de sus potenciales lectores a continuación. Está claro que la llamada cultura 'Woke' campa por sus respetos en el ambiente intelectual español. Tanto, que la autocensura que ahora se le pide a Paulino es esencialmente la misma que nos impusimos al escribir el susodicho guión. Entonces, porque era la única manera de tratar el asunto sin que prohibieran su difusión pública; ahora, porque la cultura que se está instalando en el ambiente intelectual de la izquierda llevaría al mismo resultado por otros medios.
El texto de Javier Marías que cité recientemente ('Sombra de VOX', DM 20/02/23) también aplica punto por punto a la cultura Woke: «Todo puede ser deformado, torcido, anulado, cancelado (...) basta con una insidia que prenda y contagie (...) Tú no sabes lo peligrosa que es la gente persuasiva (...) la mayoría de la gente es tonta, frívola y crédula (...) el persuasor cuenta con eso, cuenta incluso más de la cuenta y sin embargo no se equivoca nunca». El sectarismo está destruyendo la libertad de expresión y la posibilidad de que nos entendamos pacíficamente. Los partidarios de la cancelación –conocida por Woke– han cerrado el círculo y vuelto a la dictadura: la dictadura del pseudo proletariado.
El fenómeno Woke no se limita a España, de hecho nació en las universidades americanas y ha prendido como la yesca. Los profesores universitarios que no comulgan con dichas ideas están aterrados, se autocensuran para sobrevivir, recurren al silencio público y a la clandestinidad; cuando, ya hartos, denuncian la situación, pagan el precio inmediatamente. La mayoría del profesorado más consecuente se sube al carro del vencedor. Ocurre lo mismo en el mundo de la cultura de élite. Ello explica que Joe Biden haga minoritarias concesiones progresistas de tipo social, para no perder su apoyo a la hora de abordar cuestiones políticas de primerísima importancia. Explica igualmente que Pedro Sánchez haga lo propio a la hora de abordar un problema tan clave como la estructura territorial de España, con el agravante de que aceptaría sustituir el Estado de las Autonomías por una especie de Confederación Ibérica, con tal de seguir gobernando sine die; lo que primordialmente le interesa.
El hecho es que el PSOE se ha escorado muy a la izquierda y, con este, la mayoría de su electorado. Aunque siempre me tomo con un grano de sal las encuestas, tal parece que solo 800.000 de los antiguos votantes del PSOE serían moderados y votarían en contra de Sánchez, el mayoritario resto se habría vuelto tan sectario como el muy persuasivo presidente. Hay una diferencia fundamental entre la especulación sobre el impacto de VOX en la futura política del PP, que podría no llegar a darse si este logra jugar sus cartas de modo que VOX se vea reducido a un apoyo simbólico, y si lo logra sin hipotecarse como lo hace Sánchez, y el sanchismo: este es una realidad real. Desde un punto de vista de política institucional los últimos cinco años han sido de un claro retroceso.
La división de poderes, que ya era un tanto precaria, hoy es víctima de un atentado colonizador por parte del gobierno al que de momento solo se resiste el Tribunal Supremo y el Banco de España, no sabemos por cuánto tiempo. Su actual control de las empresas públicas, así como la futura influencia de estas en la administración de los Fondos de Cohesión de la UE, nos retrotraería a la época del Plan de Desarrollo franquista. Los privatizadores González y Aznar, al menos practicaron lo que llamo la ̈virtud de la hipocresía ̈; pero ahora se ha impuesto la desfachatez más mitinera, cayendo en la vulgaridad de demonizar a los ricos como si fueran apestosas sanguijuelas que nada contribuyen al progreso económico. Las sanguijuelas, y el veneno de las serpientes, sirvieron durante siglos para tratar ciertos males.
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