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Estados Unidos es el resultado de una mezcla de culturas que vienen inicialmente de Europa; de expandirse naturalmente hacia América Latina, expansión territorial que absorbe la mitad de México, todo Luisiana y, durante la colonización inglesa, la Florida y territorios adyacentes; y a partir del ... siglo XIX de la inmigración asiática.
Como consecuencia, la tradicional imagen del 'Crisol de culturas' lleva implícita la imagen opuesta: precisamente por causa de la heterogénea procedencia de sus habitantes, la discriminación racial está enraizada en el mismísimo corazón de la sociedad americana. En sus más oscuros momentos, dicha sociedad ha puesto en la diana a un segmento de su población, por la exclusiva razón de su procedencia; ya fueran, dependiendo del momento, irlandeses, italianos, chinos, japoneses, judíos y, en todo momento, africanos e hispanos. El kukusklan a partir del siglo XIX; el peligro amarillo, el terror rojo, el macartismo, en el siglo XX; en el XXI, una mezcla de todo ello: la teoría del 'gran reemplazo' de los blancos, anglosajones, protestantes (WASP) por latinos y asiáticos.
En el caso de los europeos, la historia de su discriminación empieza y termina ahí; pero en el caso de quienes proceden de antiguas colonias europeas –africanos, orientales, hispanos– la historia se complica con un sentimiento de victimización. Durante los siglos XVIII, XIX y XX el mundo estuvo repartido entre ingleses, europeos, rusos y norteamericanos, un período percibido por los países colonizados como humillante, con el temor consciente o inconsciente de su extinción (no tanto física, excepto si son africanos, como cultural), de un retraso irremontable y de su posible colapso en tanto que pueblo (hoy diríamos nación). Esos pueblos abrazan su pasado fracaso y su derrota, dándole la forma de una poderosa narración nacionalista que implica la redención de su caída y la restauración de su pasada grandeza. Muchos de estos pueblos se ven envueltos, a menudo, en un trágico bucle melancólico; pero todos ellos tienen una narración mucho más poderosa que la historia de Estados Unidos, país que ha sido grande desde su fundación. El choque entre estas dos narraciones está hoy muy presente, al extremo de constituir una de las contradicciones principales de EEUU. El racismo sigue asomando su más fea jeta.
La gente de buena voluntad propone una aproximación humanista al conflicto; pero la explicación de las diferencias culturales con el fin de superarlas, no cambia la naturaleza de los factores económicos y políticos que subyacen a una confrontación cada vez más evidente. Lo cierto es que, a fin de cuentas, mientras llegamos a conocernos mucho mejor de lo que nos conocemos, si no me gustabas antes puedes seguir sin gustarme ahora. La necesidad de poder, la inseguridad que lo subyace, siempre están ahí. La clave, pues, está en la conllevancia.
He formulado otras veces la idea de que la democracia es un sistema que busca resolver pacíficamente las diferencias entre intereses contrapuestos, cuando no irreconciliables. Hay veces en que dichas diferencias aparecen como absolutas, en cuyo caso la confrontación es inevitiable (guerras civiles, frías o calientes, de puertas adentro y guerras vecinales entre países o regiones, de puertas afuera). Otras veces triunfa la sensatez y somos capaces de relativizar las diferencias y afrontarlas mediante la competencia leal y el acuerdo negociado. Por ejemplo, intercambio de descubrimientos científicos que pueden beneficiar a ambas partes, problemas comunes como el calentamiento global y un larguísimo etcétera. El aumento de la confianza entre las partes es el único antídoto contra la inseguridad congénita.
Nunca olvidemos que la política se centra, o debería centrarse, en la administración, y la resolución de los problemas, de los bienes públicos. Preguntas como ¿qué experimenta la gente en su diario convivir?, ¿qué piensa y cómo se plantea el futuro la juventud?, ¿de qué modo escapan de la ingrata realidad jóvenes, viejos y medio pensionistas?, ¿cuáles son sus expectativas?..., son cuestiones que están fuera de la órbita en que se mueve el poder legislativo que, sin embargo, establece las reglas del juego.
El crisol donde se fundían todas las culturas para dar como resultado la cultura americana, hoy se ha convertido en una jaula de grillos donde la mala conciencia (Pepito Grillo) brilla por su ausencia y los grillos blancos pretenden preservar su supremacía. Los grillos más radicales, 'a tiros', en un país donde hay más armas de fuego que habitantes (los más radicalizados con fusiles de asalto). Las posibilidades de que la actual guerra fría se recaliente son mayores que las posibilidades de que se alcance un armisticio entre las partes y se recupere la conllevancia, cosa que había sido tónica dominante desde el final de la sangrienta guerra civil de 1861-65. El hecho de que hoy la mayoría del partido Republicano defienda abiertamente dicha supremacía no me dejará mentir.
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