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Hace exactamente setenta años que se firmó el armisticio de la Guerra en Corea. Ya ha durado tres veces y siete años más que el tratado de paz de la Primera Guerra Mundial, y lleva camino de convertirse en uno de los acuerdos de no ... beligerancia más duraderos de la accidentada historia de Occidente. Tres años antes (1950) Corea del Norte había decidido invadir Corea del Sur con la bendición de Stalin y el gobierno 'satélite' de Mao. Estados Unidos acudió en decidida defensa del Sur desde los primeros momentos.
Un año después de la invasión estaba claro que la guerra había llegado a un sangriento punto muerto a lo largo del famoso paralelo 38. Una frontera de hecho que había quedado establecida incluso antes del comienzo de la guerra. Mediado el año 1951, comenzaron las negociaciones para establecer un armisticio. Dos años después (1953) dicha frontera seguía y seguiría estando vigente, kilómetro arriba kilómetro abajo, hasta el día de hoy. ¿Por qué se tardaron dos años más en firmar el armisticio?
Para empezar, ambos bandos tenían temores de que el fin de la guerra le diese al contrario pie para proseguir su expansionismo a medio plazo. Por un lado, los dos querían el armisticio; pero, por el otro, continuaban las hostilidades con idea de capitalizar los potenciales avances en la mesa de negociaciones. En segundo lugar, cuando un bando se sentía débil volvía a amenazar con escalar la guerra, llegando a utilizarse la amenaza nuclear (en Corea tal amenaza la utilizó Estados Unidos) impidiendo así que la temporal ventaja fuera utilizada en dicha mesa. Finalmente, la celebración de elecciones generales en EEUU fue un factor que hizo que, durante el año electoral, no progresaran las negociaciones. Primó el temor a que la oposición republicana lo utilizase contra el gobierno demócrata. Lo hizo Eishower y terminó ganándolas.
El evidente paralelismo con la situación actual me lleva a las siguientes reflexiones. Como en Corea, ninguno de los dos bandos parece en condiciones de derrotar al oponente por KO; pero tampoco parecen dispuestos a alcanzar un acuerdo de paz en toda regla. La guerra no solo va a continuar sino que se va a intensificar y escalar, con la vana esperanza de que la fortuna en el campo de batalla se traduzca en un mejor resultado en la futura negociación. A juzgar por lo ocurrido en Corea, lo contrario es bastante más probable. Putin está comprometido a desmantelar la posibilidad de un Estado democrático e independiente en Ucrania, con aversión a perder cualquier parte del territorio conquistado desde 2014. El costo que le supone sostener la actual situación, con ser muy grande, no parece suficiente para doblegar su voluntad. Digan lo que digan los altavoces mediáticos.
2024 será el año de las elecciones generales americanas, con grandes posibilidades de ser un año perdido para el avance de las susodichas negociaciones. Biden va a sufrir un gran despliegue de ataques a su política ucraniana por parte de los republicanos, especialmente si el candidato es Trump y con toda probabilidad si las negociaciones han tenido comienzo oficial. Trump aventaja a su siguiente contrincante en las primarias por más de 30 puntos, y la campaña de De Santis es un desastre sin paliativos. Es más, el eslogan de 'America first' es compartido por la mayoría de sus contendientes. Sea quien fuere el candidato, se hartará de declarar que la ayuda indiscriminada a Kiev es un desperdicio más allá de cualquier prudencia, y Trump añadirá que él llegaría a un acuerdo con Putin en cuestión de horas. Imagínense si la propuesta de armisticio de Biden incluyera restricciones a la libertad de navegación a las exportaciones ucranianas por el Mar Negro o dejase Crimea y el corredor terrestre a Rusia bajo algún tipo de control, no ya ruso sino internacional.
Lo lógico es que Biden espere a ganar su reelección para negociar los asuntos más espinosos del armisticio. En el caso de la Guerra de Corea esos dos años perdidos supusieron más de 150.000 bajas a Estados Unidos y sus aliados, mientras que al lado chino-coreano les causó 250.000. En la guerra actual, los muertos los pone Ucrania y las bajas no serán menores sino posiblemente mayores dada la mayor letalidad del armamento actual.
Lo que nos lleva a hablar de la posición ucraniana ante unas posibles negociaciones. Ya estamos viendo que Kiev no se pliega fácilmente a la línea marcada por sus aliados. Raramente el gobierno interpuesto en la confrontación de Estados Unidos con otras grandes potencias se aviene a cumplir lo que quiere Washington. Celinski se resiste a las presiones de la OTAN cuando sus intereses divergen con los de aquella en cuestiones de importancia.
En resumen, que el armisticio es la mejor salida pero todavía no vemos la luz al final del túnel.
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