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Me refiero a una vieja expresión que ha caído en desuso. Decir de alguien que se estaba haciendo 'un traje a la medida' era una metáfora para expresar que moldeaba la realidad real de acuerdo con la propia condición. Ya nadie se hace trajes a ... medida; pero eso de moldear la realidad según nos cuadre ha adquirido tales proporciones que lo verdaderamente excepcional es ver que alguien se ajusta a la realidad, tal y como se presenta.
Gracias a las redes sociales se ha realizado el sueño posmoderno de vivir en una burbuja que contiene exclusivamente mi propia realidad, totalmente disociada de la realidad exterior. La gente ya no se limita a abrigar extrañas teorías sobre determinados asuntos (siempre hemos tenido filias y fobias) sino que hemos dado forma a nuestra entera cosmovisión en base a ideas equivocadas y falsas creencias. Y no me refiero exclusivamente a la gente del común sino a gente preparada que, hablando de política, son voraces adictos a las noticias, asiduos en las redes sociales y muy involucrados en la situación.
Así pues, nos hemos convertido en una generación que cuanto más se sumerge en el océano de la realidad política, mayor es la desinformación de la que somos víctimas. Y no es porque los políticos mienten más que hablan y el gobierno nos oculta la verdadera situación, sino porque nos encanta la información sesgada que recibimos y nunca nos hartamos de devorarla.
Las redes sociales –es su negocio– están encantadas con proporcionarnos toda la desinformación que seamos capaces de deglutir... Y de postre, dos huevos duros. Tienen la capacidad de reconocer nuestras preferencias y siempre tienen dispuesto un nuevo vídeo o texto que abunda en, o amplifica, el tema que tanto nos preocupa. Los políticos, por su parte, analizan las tendencias en las redes y emiten contenidos que refuerzan las falsas percepciones que están interesados en promocionar, en tanto que establecen el 'marco de interpretación' que más les favorece.
Siempre hay alguna fuente de información que ha fabricado la historia que uno quiere creer, un 'influencer' que promociona la dieta que uno quiere seguir o alguien que demoniza al grupo que uno más odia. Es cuestión de buscarla y, una vez encontrada, añadirla al conjunto de fuentes que nos permiten dar forma a esa 'realidad a la medida', en cuya burbuja nos sumergimos para protegernos de cualquier otra información que podría llevarnos a cuestionar nuestros prejuicios. Nuestras fuentes, simplemente, no incluyen ese tipo de noticias y uno ha decidido ignorarlas olímpicamente.
Resultado: no sabemos lo que no sabemos y, por este camino, nunca llegaremos a saber.
Es redundante señalar que este síndrome lo padecen tanto los que se sitúan a la derecha como a la izquierda del espectro político. Por ejemplo, la situación económica es una de las pocas cosas que el resto de Europa envidia a España en estos momentos; pero la derecha afirma que está en crisis, que las cifras del desempleo han sido falsificadas, que la inflación sigue creciendo… Ahora bien, la izquierda persiste en demonizar el capitalismo, en poner el énfasis en la desigualdad y la injusticia. Tanto unos como otros se muestran espantosamente alarmados sobre una economía que, sin duda, tiene problemas; pero que, como digo, está en una situación envidiable.
De ahí mi argumento de que, cuanto más políticamente involucrado esté uno, mayor es el riesgo de encerrarse en la susodicha burbuja. Uno de los fenómenos más sorprendentes y preocupantes de la política actual es que uno piensa que sus oponentes son en general más extremistas de lo que en realidad son. Cuanto más involucrado esté uno, mayor es esa percepción. De modo que los menos involucrados en las redes resultan ser los que menos padecen de dicha miopía; algo confirmado por múltiples estudios.
Importante subrayar que ninguno estamos libres de caer en la tentación de fabricarnos una realidad a la medida. Menos aún los partidos políticos, sus militantes y simpatizantes. La presunción de que uno posee la fórmula de Fierabrás para superar el peligro de abrazarnos a las falsedades que nos confortan, en vez de afrontar la dura realidad de las cosas, es la mayor dificultad para tomar medidas específicas con las que plantar cara a nuestros prejuicios. Lo cual exige prestar tanta o mayor atención a quienes están en desacuerdo con uno, que a aquellos con quienes acordamos.
Encerrarse en la burbuja de una realidad hecha a la medida es el camino más fácil, el que naturalmente tendemos a tomar. Entender la realidad exterior a uno mismo requiere un esfuerzo bastante mayor.
En medio de este 'big bang' mediático, nuestro afán de entender lo que nos pasa puede llevarnos a la perdición.
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