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La complejidad de las relaciones internacionales, que siempre ha estado ahí, se ha puesto de manifiesto de forma abrumadora en los últimos 15 años y no cesa de agravarse cada año que pasa. Hay sin embargo un par de vectores básicos que, una vez identificados, ... ayudan a explicar qué demonios está pasando de forma accesible y comprensible para el común de los mortales. Me refiero a la relación 'win-win', donde ambas partes salen ganando, y a la relación de 'suma cero', donde lo que una parte gana lo pierde la otra parte. Un par de ejemplos para que nos entendamos: la globalización sería un gran ejemplo del primer tipo; las guerras, hoy en Ucrania y Palestina, lo serían del segundo.
En realidad, este tipo de relaciones raramente se dan en estado puro; lo normal es que ambos vectores actúen simultáneamente, tirando cada uno para su lado. La resultante de la composición de ambas fuerzas es un equilibrio dinámico, que eventualmente descarrila y tiene que ser recompuesto. Es aquí donde entra en juego el factor 'complejidad' que quita el sueño a todos los políticos, ya que topan con contradicciones irresolubles que exigen compromisos siempre difíciles y, a veces, imposibles de alcanzar.
Verán, la relación win-win está sujeta a la interferencia de los conflictos de interés, los llamados 'intereses vitales' de cada país que no suelen coincidir con los del vecino. Puede ocurrir que las ganancias de uno se disparen mientras las del otro disminuyan o se congelen; ocurre que las crisis económicas no afectan a todos por igual, particularmente si las crisis se originan en las economías más avanzadas; desde luego, ocurre que el cortoplacismo lleva a aprovechar las oportunidades que se presentan sin contemplaciones con las consecuencias a más largo plazo. Todo esto degrada el dispositivo y éste deja de producir el milagro.
De nuevo la globalización es un buen ejemplo. Los intereses vitales de Estados Unidos, en tanto que potencia hegemónica, chocan con los intereses de China, en tanto que potencia emergente, y los intereses del denominado 'Sur Global' que demanda una porción mayor de la tarta globalizada. Ello ha llevado a que Estados Unidos, el verdadero promotor de laactual globalización, esté regresando a la aplicación de políticas proteccionistas, a la renacionalización de industrias previamente deslocalizadas a otros países, a la imposición de aranceles a las importaciones, a la acaparación de materiales estratégicos, etcétera. Y, dado que lo hace Estados Unidos, los demás también se aplican el cuento. Adiós win-win, bienvenida suma cero.
Al señalar las guerras como ejemplo de suma cero, no me refiero solo a las cruentas, antes citadas, sino a la guerra fría y las guerras comerciales. Es más, puede afirmarse que las guerras incruentas, bastante más largas, son más dañinas a largo plazo. Hay aquí otro factor que también entra en juego; la idea del 'crecimiento perpetuo' de la sociedad de consumo tampoco ha resultado ser el bálsamo de Fierabrás. La degradación del clima y las políticas para su conservación hacen que ideas como el 'crecimiento cero' empiecen a tomarse en cuenta. Distinto éste de la suma cero; pero que lejos de rechazarse, como el win-win y la suma cero, parecen atraerse.
En cualquier caso, las consecuencias del abandono de la globalización ya se están viendo. Aunque el impacto de la inflación está siendo muy significativo, las economías avanzadas están capeando el temporal mucho mejor que las emergentes dado que las primeras tienen mucha mayor capacidad para atemperar el choque económico; desde la capacidad de proporcionar vacunas contra la pandemia a sus poblaciones, a la posibilidad de endeudarse a un interés mucho menor. Lo cual ha resultado en que la reciente reducción de la pobreza se está revirtiendo. Según el Banco Mundial, en 2022 hubo 95 millones de pobres más que en 2019. Además, las previsiones de recesión en 2023 no llegan al 1% en el mundo desarrollado, mientras que las economías emergentes se reducirán más del 5%.
En resumen, la fractura de la economía global con incremento del proteccionismo y la competencia entre bloques regionales, se va a intensificar al punto de hacerse irreversible y convertirse en permanentes las diferencias entre ricos y pobres. Todo esto es consecuencia de las relaciones de suma cero, la priorización de los intereses vitales de cada país versus la cooperación global.
Está claro que, como colectividad, no estamos diseñados para pensar y actuar de manera solidaria; pero es que en los últimos tiempos hemos ido a peor. La barbarie de la Guerra de Ucrania; la imposibilidad de encontrar una salida al conflicto entre Israel y Palestina; el caos político en Estados Unidos y en otros lugares. La inhabilidad para evitar las peores consecuencias a los países más desfavorecidos no me dejará mentir. Se puede y se debieran hacer las cosas de otra manera.
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