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¿Y ahora qué?, se preguntan la clase política y los ciudadanos que han aguardado expectantes el final del retiro espiritual de Pedro Sánchez, del que sale dispuesto a regenerar España, lo cual quiere decir que se propone meter en vereda a los enemigos que ... osan atacar a su esposa, es decir, a él mismo, el gran líder que concentra todo el liderazgo y el músculo del PSOE, en cuyas filas constatan con preocupación que ni siquiera se vislumbra un sucesor en el horizonte.
¿Y ahora qué?, se interpelan los socialistas, que no están muy seguros de si Sánchez y el partido salen fortalecidos o más débiles del extravagante encierro meditativo del jefe en La Moncloa y del tibio homenaje militante en Ferraz. Como si no se fiaran del todo de la acreditada solvencia del CIS de Tezanos, que le adjudicó al PSOE diez puntos de ventaja sobre el PP en cuanto Sánchez reapareció por la tele.
¿Y ahora qué?, dudan también en el PP, que por un momento creyó que Feijóo iba a disponer de un nuevo intento de investidura por la renuncia del presidente, y que de nuevo se resigna a que el acceso al poder va a tener que esperar. De momento se propone llevar a las calles la ofensiva contra un Sánchez al que ve o quiere ver en decadencia.
La incertidumbre es para todos. Para el Sumar de Yolanda Díaz, cada vez más subalterno del sanchismo. Para los independentistas catalanes cabreados porque la 'performance' de Sánchez les ha 'españolizado' la campaña, mientras que los vascos, aliados del PSOE en País Vasco y en Madrid, se muestran más indiferentes. Para los sindicatos que en este Primero de Mayo reivindicativo de los derechos de los trabajadores también han mostrado su apoyo a los compañeros Pedro y Begoña y a todos los compañeros ministros, como los representantes de la cultura progresista y del periodismo afín.
La pregunta básica es: ¿cómo va a abordar Sánchez lo que llama limpieza democrática en la política, entre los jueces del 'lawfare' y en la prensa crítica? No es probable que busque el entendimiento con el otro gran partido, el PP, porque ese nunca ha sido su plan. El llamamiento a renovar el CGPJ es más bien un ultimátum a Feijóo: si pactas bien, si no lo haremos igual. Respecto a los jueces recobra fuerza la opción de la reforma legal para que las investigaciones penales recaigan en los fiscales, sujetos a dependencia jerárquica del Gobierno, y no como hasta ahora, que corresponden a los jueces, con su ineludible estatus de independencia.
Para el control de los medios, las ideas vienen de la izquierda radical en diversos grados de contundencia: desde la implantación de consejos audiovisuales u órganos similares que supervisen las cuotas de publicidad institucional y evalúen y, en su caso, sancionen los contenidos hasta la intervención directa del poder político en los que identifique como 'pseudomedios'. Y no pocos periodistas alineados con el régimen se muestran dispuestos a aceptar mecanismos que pongan en riesgo la libertad de expresión. Como si el Código Penal y los tribunales no fueran instrumentos eficaces para combatir bulos, mentiras, injurias y ofensas de todo tipo.
Entre las dudas y las especulaciones, lo más tangible e inmediato es el tramo decisivo del ciclo electoral. Hasta ahora las urnas se han ajustado más o menos al guión previsto. El PP barrió otra vez en Galicia y en el País Vasco explotó EH Bildu, pero no impidió la reedición del pacto PNV-PSOE. Ahora los comicios catalanes y europeos pueden tener una influencia determinante en la política nacional.
Salvador Illa aparece imbatible en las encuestas, pero es posible que los socialistas catalanes celebren la victoria en la noche del 12 de mayo y al día siguiente se rasquen la cabeza a ver qué hacen con el independentismo, que difícilmente sumará una mayoría. Puigdemont ya tiene dicho que si no es president se cargará a Sánchez en el Congreso, también ERC puede echarse al monte en Madrid si es relegado en Cataluña. Incluso puede ser que las urnas de mayo no resuelvan las dudas y haya que repetir la jugada.
El PP es favorito para las europeas, pero teme que Sánchez se venga arriba, con los buenos resultados en Euskadi en Cataluña y con las rogativas que le han rezado los militantes, bastante asustados porque esta crisis reciente promovida por el propio presidente ha constatado que el PSOE no tiene un sucesor presentable en el horizonte ni cuenta con liderazgos regionales potentes, Emiliano García-Page lo es en ambos casos, pero al presidente castellano-manchego le miran más como un enemigo del sanchismo que como un valor del PSOE.
Pedro Sánchez ya ha empezado a hablar de presentarse a la reelección para tranquilizar a la tropa socialista, ahora que se estaba labrando un papel de gran estadista que busca la paz en los frentes de guerra como eventual aspirante a alguno de los grandes cargos de la política internacional.
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