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E l Gobierno regional del PP que preside María José Sáenz de Buruaga franquea estos días, con resultados desiguales, el test de los cien días de gestión, que es más bien simbólico, porque el examen más exigente que debe afrontar es el de los Presupuestos ... de 2024, el primero de la legislatura para el PP que ha tomado la decisión audaz y arriesgada de gobernar en minoría. Populares y regionalistas, Buruaga y Revilla, comparten el interés y la necesidad de cuadrar las cuentas, así que les ha faltado tiempo para firmar el acuerdo nada menos que 60 días antes de que entren en vigor el 1 de enero.
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Gonzalo Sellers
Buruaga intenta construir poco a poco su figura política de presidenta autonómica. En Cantabria, naturalmente, pero también en España: en las cumbres del PP, en la fiesta del 12 de octubre, en el Senado, reclama la cuota de protagonismo que corresponde a la mujer que ha desalojado del poder al supermediático Miguel Ángel Revilla.
En Cantabria le toca vender el cambio político y de gestión por tierra, mar y aire: en el Parlamento, en los medios, ante los alcaldes, en el Foro Económico de El Diario Montañés. En un contexto socioeconómico preocupante y con el vacío político de Madrid, Buruaga se propone dinamizar todos los sectores productivos, eliminar la burocracia, bajar los impuestos que es uno de los emblemas de su programa político y buscar el consenso reivindicativo de las fuerzas políticas de Cantabria ante la Administración del Estado.
Pero la prioridad de la presidenta Buruaga es aprobar los primeros presupuestos de su Gobierno en solitario, el reto que se fijó en la campaña electoral y luego reafirmó en la investidura. Conseguir el apoyo parlamentario a las cuentas de PRC y Vox –del PSOE ni hablamos– teóricamente es posible, pero, como ella misma admite, es difícil porque los dos partidos son excluyentes entre sí.
En el Foro de El Diario, a Buruaga se le escapó, o tal vez no, que el PRC le había hecho llegar algunas propuestas constructivas para incorporar a los Presupuestos. Allí estaban escuchando a la presidenta su antecesor Revilla y toda la plana mayor de su partido, en un gesto de cortesía que confirma la buena disposición con que la cúpula regionalista ha facilitado el cambio político dictado por las urnas del 28M. También estaban Leticia Díaz y Cristóbal Palacio, diputados de Vox, y nadie representativo del PSOE regional. Que se vea una vez más que son la oposición real al Ejecutivo del PP.
En realidad, el PP de Buruaga y el PRC de Revilla ya estaban inmersos en una negociación, discreta y fluida, sobre las cuentas del año que viene que ha culminado muy rápidamente. Tampoco sería normal que si las dos formaciones habían alcanzado en junio un acuerdo para la investidura de la líder popular salieran tarifando en el otoño presupuestario sin que se hubiese producido entre ellos ningún conflicto importante en estos meses.
El PP juega, como siempre ha admitido, con las dos barajas de PRC y Vox en el debate político regional, aunque da la impresión de que la hoja de ruta de la relación con el PRC le parece más fiable y previsible. Vox pudo respaldar o abstenerse en la investidura de Buruaga que tenía el apoyo regionalista, pero votó en contra por eso mismo. Habrá que ver cómo se posiciona en el debate de Presupuestos en medio del cisma interno que va a más en el partido de Abascal.
El PRC y Revilla se atribuyen una posición política constructiva. Si siempre ha postulado desde el Gobierno que la comunidad autónoma tiene que tener un presupuesto operativo desde el 1 de enero, ahora en la oposición defienden también esa estabilidad. Así que la cúpula regionalista tenía prisa por firmar un acuerdo, no sea que surgieran interferencias por parte de Vox en uno de sus insondables vaivenes.
Ahora bien, los regionalistas no dan su apoyo gratis a las cuentas. Exigen que se recojan sus propuestas en la reforma fiscal en favor de las rentas más bajas, que se mantenga el apoyo al Mupac, La Pasiega y la terapia de protones, que la derogación de la Memoria Histórica, formulada por el anterior Ejecutivo PRC-PSOE, sea excluida de la Ley de Acompañamiento para tramitarse como una iniciativa legislativa independiente. Y por supuesto, que los Presupuestos recojan las dotaciones específicas a los ayuntamientos. Para el PRC, el buen trato a sus alcaldes es esencial para preservar la cohesión del partido después del varapalo electoral, no sea que emigren hacia el PP y el dinero que reparte el Gobierno, y también porque los regidores y la estructura municipal regionalista van a tener un peso trascendental en el delicado proceso de la sucesión de Revilla.
En lo que concierne al PP, simplemente no puede permitirse un fracaso en materia presupuestaria. No aprobar sus primeras cuentas ocasionaría un daño político irreparable en la reputación política del minoritario Gobierno Buruaga. Así que PP y PRC transitan, solo de momento, el mismo camino.
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