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Tal y como apuntaba no hace mucho, el mercado de trabajo español tuvo un comportamiento excepcional a lo largo del pasado año. ¿Significa esto que tal comportamiento pueda extenderse al año actual y, quizás, a los próximos? No lo sé y no creo que nadie ... lo sepa. Las incógnitas que existen al respecto, tanto en nuestro país como en el mundo, son muy grandes y, por lo tanto, intentar hacer previsiones sobre esta cuestión carece, en mi opinión, de sentido. Lo que sí es posible es revisar algunos de los elementos que, probablemente, impactarán sobre el funcionamiento del mercado de trabajo, y hacer las conjeturas pertinentes. Puesto que uno de los más importantes –el desarrollo de la guerra en Ucrania- es imprevisible, voy a dejarlo de lado y a centrarme en otros dos acerca de los cuales sí es posible apuntar evoluciones más o menos probables.
El primero de ellos tiene que ver con los sectores que, en líneas generales, protagonizaron los buenos resultados cosechados en 2022. Tal y como se indica en un análisis publicado recientemente en un Informe Mensual de Caixabank, los sectores que más contribuyeron a la creación de empleo están relacionados, directa o indirectamente, con la superación de la pandemia. Así, por un lado, tenemos a los sectores relacionados con actividades turísticas y de ocio, es decir, a todos los que facilitan la interacción social, tan constreñida en la fase más dura del covid-19; por otro lado, hay que contabilizar a los sectores ligados a la digitalización (recordemos el auge del trabajo on line y de otras manifestaciones de la digitalización explotadas durante la pandemia); y, por último, tenemos todas las actividades relativas al transporte y la logística. ¿Es posible que estos sectores sigan tirando del empleo en los próximos meses y años? A mí juicio, la respuesta es que sí, aunque con menos intensidad que en el pasado. Si, por ejemplo, nos referimos al trabajo on line, tendríamos que preguntarnos acerca de su posible relevancia en el futuro. Pues bien, aparte de decir que mucha, no sabemos qué porcentaje de la población podrá desarrollar su trabajo de esta manera, pero sí que, teniendo en cuenta su enorme desarrollo durante la pandemia, es probable que ahora modere su crecimiento o incluso que transitoriamente experimente un cierto retraimiento.
El segundo elemento a tomar en consideración es de una naturaleza algo distinta y, me parece, con un alcance mayor. Entre sus componentes más relevantes, me refiero brevemente a cuatro. En primer lugar, creo que, en la futura distribución del empleo por sectores de actividad, todo lo relacionado con la salud y la sanidad irá ganando peso específico debido, claro está, al aumento tendencial de la tasa de envejecimiento de la población; puesto que los mayores consumimos mucha más sanidad que los jóvenes, y los mayores somos cada vez más, parece evidente que la creación de empleo en el área de servicios sanitarios irá en aumento constante. Otro tanto ocurrirá con el empleo de todos los sectores relacionados con el transporte y la logística; pese a verse bastante afectados durante la pandemia, no cabe ninguna duda de que han recuperado, con creces, el terreno perdido y que, al objeto de satisfacer las necesidades crecientes de la sociedad (cada vez queremos viajar más y requerimos los bienes y servicios con más premura), lo seguirán haciendo en el futuro, incluso cuando, como algunos preconizan, el fenómeno de la globalización pueda sentirse temporalmente en retroceso. Donde las cosas no están nada claras es en el sector industrial, que ha perdido peso durante la pandemia y que puede recuperarlo, o no, dependiendo de la evolución que siga, sobre todo, el desarrollo de la inteligencia artificial (¿será, como decía Schumpeter, una actividad generadora de destrucción creativa?). En todo caso, y este es el cuarto cambio de fondo, me parece bastante lógico que, siguiendo una línea histórica tendencial, en el futuro más o menos inmediato trabajaremos menos horas (aunque minoritarias, cada vez son más las empresas en las que se trabaja cuatro días a la semana), será más difícil mantener un empleo de por vida (con la incertidumbre personal que ello conlleva), y estaremos más volcados hacia actividades de servicios, lo que facilitará la incorporación de más mano de obra femenina al mercado de trabajo.
En definitiva, y como corolario de todo lo anteriormente expuesto, creo que hay demasiadas incógnitas como para aventurarse a realizar predicciones.
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