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El rifirrafe en que andan enfrascadas estos días las diferentes familias del Partido Socialista de Cantabria viene a confirmar el hecho –bien conocido por quienes se mueven en el mundo de la política– de que las peores acometidas, las puñaladas traperas que pueden acabar con ... una prometedora carrera, no vienen de los rivales del resto de formaciones políticas, sino de las filas propias. Es el fuego amigo, de cuyas consecuencias hemos visto múltiples ejemplos, tanto a nivel regional como nacional. Lo reflejó muy gráficamente en una frase para la historia el exministro Pío Cabanillas: «Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros». Las ambiciones personales, el afán de ascender todos los peldaños posibles en la escalera hacia el poder, acaban terminando incluso con las afinidades aparentemente más sólidas. Véase el caso Pablo Zuloaga-Pedro Casares. De fraternales amigos, a irreconciliables enemigos.

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