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Será mediado 2025 cuando notemos en nuestra cuenta corriente los efectos de lo que la presidenta del Gobierno de Cantabria calificó de «revolución fiscal», que para la oposición se ha quedado en simple «rebajuca». Siento comunicarle que, para la inmensa mayoría de los cántabros, será ... más bien imperceptible. Ahora bien, si usted forma parte del selecto grupo de los que estaban obligados a declarar el impuesto sobre el patrimonio, o se sitúa en los tramos más altos de rentas del trabajo, tendrá motivos para estar más satisfecho que los que intentamos sobrevivir en la llamada clase media, estrato social en vías de extinción, entre otras causas por extenuación fiscal. Quizá, a tenor de los incentivos anunciados, haya pensado en la rentabilidad de ponerse a la tarea de procrear, que buena falta le hace a nuestra cada vez más envejecida sociedad, pero ya le advierto que los 1.400 euros deducibles durante tres años –más los 1.200 de la deducción nacional– son una ínfima parte de lo que le va a costar la descendencia hasta que se independice.

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eldiariomontanes La rebajuca y las obronas