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Uno. La televisión muestra una vez más las imágenes de unos inmigrantes llegando en pateras a una costa del sur de España. La primera reflexión es elemental: ¡qué afortunados somos algunos! Se ha repetido: en gran medida somos producto de la sociedad-cultura; y del ... tiempo histórico que nos ha tocado en suerte. Esa época, con su particular tecnología, sistema político, estructura económica, concepción del mundo, relaciones humanas y percepción de la realidad nos influye, nos conforma, nos limita; contribuye a 'explicarnos'.
Por cierto, cualquier observador puede 'leer' en nuestra forma de hablar, en las expresiones que utilizamos, que 'pertenecemos' a una determinada época, y a una familia, y a un específico medio sociocultural.
Dos. Cada día reconozco más la gran deuda que tengo con mi familia, con mis padres y hermanos. Ella hizo posible que pudiera estudiar, y me transmitieron valiosas costumbres, actitudes, aspiraciones, valores y formas de relacionarme con los demás.
Somos hijos de nuestros padres y hermanos de nuestros hermanos. Solo tenemos que mirarnos al espejo y observar los enormes parecidos. Y con el tiempo, con el paso de los años, advertimos que ese rasgo de mi madre o de mi hermano también ha aparecido en mi rostro; y en bastantes ocasiones también compartimos el mismo padecimiento. Además, somos 'monitos de imitación'. De niños, y también cuando pasan los años, nos fijamos en nuestros padres y en los familiares e imitamos-repetimos gestos, muecas, posturas…, y también adquirimos muchas de sus actitudes y visiones del mundo.
Con el esfuerzo de mi familia y con una beca pude estudiar en una universidad, vivir en Madrid y residir en un Colegio Mayor. En la universidad tuve el privilegio de recibir lecciones de grandes maestros (tres me han influido especialmente: José Francisco Morales, Isidoro Alonso Hinojal y Octavio Uña). Las influencias y experiencias de esa época han sido fundamentales en mi trayectoria laboral y vital. Sí, he tenido la fortuna de nacer en una familia y en una sociedad que han facilitado enormemente mi existencia.
Tres. Las Ciencias Sociales han destacado que el proceso de socialización se desarrolla durante toda la vida del individuo, y que las influencias son variadas y se ejercen por parte de múltiples agentes: la familia, la escuela, los grupos de amigos, el entorno social, los medios de comunicación, la actividad laboral, el ámbito religioso, el político, el cultural…
Los expertos han subrayado que la socialización implica la adquisición de una herencia cultural, la formación de la personalidad y la integración del individuo en su contexto social. También se conoce que las capacidades con las que nace una persona se desarrollan, en mayor o menor media, como consecuencia del estímulo social.
Por otra parte, como le ocurre a todo el mundo, en el camino me he encontrado con muchas personas que me han influido: amigos, amores, compañeros de trabajo… En ocasiones un contacto breve con una persona influye más que la presencia continuada de muchas otras. Y también nos influyen los malos encuentros; igual que nos afectan, y en ocasiones nos condicionan, para bien o para mal, los problemas y dificultades que surgen en el camino. Efectivamente, la vida enseña. Un gesto de afecto y uno de rechazo pueden marcar; y lo mismo sucede con un libro, una canción, una música, un viaje, un éxito, una enfermedad.
Cuatro. Para explicar nuestra trayectoria tampoco hay que olvidar la fuerza del azar. Demócrito dijo: «Todo cuanto existe en el universo es fruto del azar y la necesidad». Por supuesto, es fundamental la voluntad. Ramón y Cajal lo expresó de forma muy viva: «Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro, y aun en el peor dotado es susceptible, al modo de las tierras pobres, pero bien cultivadas y abonadas, de rendir copiosa mies».
Concluyo. Sí, como he dicho, somos consecuencia de múltiples factores en interacción: de la biología, de un tiempo y un lugar, de la cultura, del amplio, complejo y diverso proceso de socialización, de encuentros, de capacidades, de esfuerzos… y del azar. Pues bien, reconocido todo lo anterior, quiero destacar una idea: dado que debemos mucho a mucha gente, según mi criterio, tenemos dos obligaciones morales: 1. Ser agradecidos con los que nos han facilitado la existencia. 2. Prestar ayuda a otros, a los que son próximos y también a los que no han tenido la suerte de nacer en una cuna y un contexto social tan confortable como el nuestro, o a los que la sociedad, la vida y las casualidades no les han tratado bien. No hacerlo así es egoísmo, es insolidaridad, es una prueba de inhumanidad. Y, por último, ya puestos, seamos modestos: gran parte de nuestros logros se deben a la ayuda de otros y a la intervención de la diosa Fortuna.
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