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Para muchos, verano es sinónimo de vacaciones, de ausencia de obligaciones, de tiempo libre, de diversión, de ruptura con lo cotidiano. Y de viajes, y de reencuentro con la familia. He dicho «para muchos», no para todos. Hay personas que en los meses de verano ... trabajan, y algunos «hacen el agosto». Pero debemos tener presente que no son pocos los que carecen de recursos para irse de vacaciones, y hay personas que están en paro, y hay gente que está enferma y que sufre. Y, por otro lado, cada vez son más los que añoran la tranquilidad de ciudades y pueblos sin turistas. Efectivamente, no todo es diversión y risas.
Verano equivale a turismo. Esta actividad aporta a la economía de España el 11.7% del PIB. El año pasado cerca de 72 millones de personas visitaron nuestro país, y a esta cifra hay que sumar los millones de viajes que, por ocio, hacemos los españoles desplazándonos de una región o localidad a otra. Sí, el empleo que se crea en el sector de la hostelería es importantísimo, y también en comercios, en transporte y en otros sectores. Pero se corre el peligro de 'morir de éxito'; no hay que olvidar a los clásicos: «Nada en exceso».
En los últimos años, y específicamente en las últimas semanas, desde diversos sectores se está denunciando los problemas que provoca la masificación. Una mínima muestra de la prensa es la siguiente: «La masificación turística lleva a Nerja a cerrar la ruta por el río Chíllar (…). El aluvión de turistas ha destruido la biodiversidad de uno de los atractivos turísticos de la localidad malagueña». «Atasco de turistas en el Faro del Caballo, en Santoña». «La Graciosa se volvió un destino turístico saturado». «Guerra de sombrillas en Benidorm». «No queremos más turistas en julio y agosto; para que Asturias sea rentable hay que desestacionalizar», dice el presidente de Hostelería y Turismo de Asturias. La consejera de turismo de Cantabria, Eva Guillermina Fernández, señala: «Superar la carga turística puede matar la gallina de los huevos de oro, que es cuando los servicios empiezan a decaer y cuando los visitantes perciben que el territorio se ha saturado y buscan otras alternativas».
Las consecuencias de la masificación son fácilmente observables: atasco para acceder a localidades y playas; aparcamientos llenos; imposible encontrar mesa en un restaurante; colas interminables para entrar a un museo o para acceder a un espacio natural singular (todos quieren sacarse la foto); las papeleras están desbordadas y la basura se acumula. Los profesionales de los centros de salud y de los servicios de urgencia no pueden atender como quisieran, y como es necesario, al incremento de pacientes. Y hay quien señala que, en hoteles, restaurantes, bares y otros servicios, el crecimiento de la demanda produce un aumento de los precios. Y la llegada masiva de forasteros también repercute negativamente en muchos vecinos de ciudades y pueblos: sufren los ruidos, molestias y dificultades para acceder a los servicios públicos y a los espacios que utilizan cotidianamente. Hay que subrayarlo: un sector no pequeño de la población está deseando que llegue septiembre para volver a la tranquilidad, para regresar al orden.
El diagnóstico está claro, el problema es dar con la solución. La expresión más repetida es 'turismo sostenible', pero, claro, la idea hay que llenarla de contenido y desarrollar medidas eficientes. Los expertos señalan, entre otras, las siguientes recomendaciones:
1. Desestacionalizar el turismo. Para ello son precisos dos complejos cambios: A. Que las vacaciones de la población no se concentren en las mismas semanas (las vacaciones escolares influyen). B. Que la oferta de actividades recreativas sea variada y atractiva, y que no se basen en el sol y playa de los meses de julio y agosto (lo anterior implica tomar medidas laborales y, además, difundir otras actividades y formar a la población. También es fundamental una política de precios).
2. Es preciso poner limitaciones al acceso a determinados espacios (algunos hablan de, entre otras medidas, establecer una tasa, lo que podría significar que se produzca una desigualdad económica).
3. Hay que incrementar los servicios en la misma proporción en la que crece la demanda; es lógico, si aumenta la población hay que incrementar el personal del sistema sanitario, y de limpieza, y de seguridad, y de hostelería, y de…
Sí, el reto es complejo, es difícil poner el cascabel al gato, pero estamos obligados a tomar medidas para compaginar el turismo con el respeto a la población autóctona y con el medio ambiente.
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