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Uno. Los humanos dejamos huellas de nuestro paso por la vida. Una parte de la actividad humana consiste en fabricar herramientas, los más diversos artilugios y construcciones. Fabricamos vasijas de barro y azadas para trabajar la tierra, y construimos palacios para los poderosos y viviendas ... para los de menos recursos, templos para adorar a los dioses y circos para la fiesta, y tumbas para enterrar a los muertos y, construimos caminos y embarcaderos y, otros mil cacharros e infraestructuras. Sí, somos hijos del 'homo habilis'. Somos fabricantes, somos constructores (y, sí, también destructores).
Como pedimos la ayuda de la divinidad hemos producido iglesias, y ropas rituales, y objetos sagrados, y ritos, y símbolos, y música, y arte religioso. Y como nos peleamos entre nosotros y con la tribu de al lado hemos hecho armas para matar y murallas para defendernos.
La arqueología y la antropología analizan estos productos de la actividad de los pueblos para conocer cómo han vivido, qué actividades desarrollaban, en qué creían, cómo se relacionaban. Esta misma lógica para investigar los 'documentos' producidos por sociedades lejanas en el tiempo o distintas culturalmente, también se utiliza para conocer la vida de las sociedades de hoy.
Dos. Los museos de prehistoria y de historia están llenos de referencias a la guerra. Una parte importante de sus instalaciones muestran armas, armaduras, maquetas de barcos de guerra, banderas de enemigos ganadas en batallas... junto con retratos de jefes militares y héroes, además de cuadros con imágenes de gloriosas epopeyas bélicas. En Toledo se encuentra el Museo del Ejército, y en el Palacio Real podemos ver varias salas con armas y armaduras. También en Madrid puede visitarse el Instituto de Historia y Cultura Militar que se encarga de la «protección, conservación, investigación y divulgación del patrimonio histórico, cultural, mueble, documental y bibliográfico militar del Ejército de Tierra».
Tres. Existe un turismo relacionado con las batallas, con los espacios y lugares donde ocurrió un suceso bélico. Hay personas que quieren conocer esas páginas de la historia y visitan los campos de batallas, las trincheras, los emplazamientos de los cañones y los cementerios de los caídos en el frente y los monumentos en su memoria. En Francia se publicita un 'Turismo de la memoria: de la Gran Guerra a la Segunda Guerra Mundial'. También se organizan excursiones a Normandía para visitar las playas del desembarco.
Miguel Cuesta Aguirre, autor del libro 'Rutas de la Guerra Civil española', escribió en la revista National Geographic el reportaje 'Viaje al frente de batalla de la Guerra Civil española'. En el artículo se habla de las fortificaciones de la Sierra de Alfaguara, en Granada; de las cuevas y fortines de Brunete; de fortificaciones en la montaña de Riaño; de refugios antiaéreos desde Almería a Girona; de trincheras construidas en el frente de la Batalla del Ebro y de los centros de interpretación que sobre esos hechos históricos existen en la comarca de Terra Alta.
Cuatro. ¿Y cómo está la situación en Cantabria? En mi opinión se han dado pasos importantes, pero queda mucho por hacer. Solo algunas mínimas referencias fragmentarias: en 2017 el Mupac desarrolló un ciclo de conferencias, coordinado por José Ángel Hierro y Roberto Ontañón, con el título 'Frente Norte, 1937: restos de la Guerra Civil 80 años después'. Los historiadores José Ángel Hierro y Enrique Gutiérrez han catalogado las fortificaciones de la Guerra Civil en Santander. Estos dos autores junto con Bolado y Castillo han publicado 'Fortificaciones de la guerra civil y el primer Franquismo en Cantabria'.
Por otra parte, cuando paseo por la senda que va del Sardinero al faro de Cabo Mayor escucho a forasteros que al encontrase con restos de la Guerra Civil se preguntan: ¿Qué es esto? ¿Será un puesto de vigilancia? ¿Es el emplazamiento de algún cañón? ¿Es de la Guerra Civil o anterior? Comentarios semejantes también los escucho cuando subo a La Picota, en la Sierra de Liencres, próximo a la localidad de Mortera. En los dos lugares se puede observar que estos 'documentos' de nuestra historia están abandonados y llenos de basura (en el año 2022 lo denunció El Diario Montañés). ¡Qué pena! ¡Qué falta de sensibilidad! ¡Qué oportunidad perdida de recordar-enseñar una página de nuestra historia! ¡Qué mala imagen se llevarán los que nos visiten!
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