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Vamos de sorpresa en sorpresa. Está claro que con esa exclamación nos referimos… a lo que nos referimos. Realmente, si uno observa en nuestro país la distribución de lo que algunos denominan 'incidentes de corrupción' nos tenía que tocar algún día un premio gordo en ... el sorteo, por pura estadística. Pocas veces falta un premio regional de este tipo en un ayuntamiento, o en una consejería o en una institución de las diferentes Comunidades Autónomas del Estado que por aquí en Cantabria eran esporádicos y 'caían' sobre todo en el ámbito privado –tipo Pepe el del Popular, Novo Banco o similares– es decir, que aparecen en cualquier lugar, como es lógico, donde anida el dinerito. Manejábamos en Cantabria hasta ahora casos minucia, lo que podríamos llamar 'pedreas' y ahora nos ha cogido desprevenidos un premio malo en la Consejería de Obras Públicas y Urbanismo.
No hemos sido capaces en nuestra democracia de fabricar leyes disuasorias para combatir como es debido :la estafa, el cohecho y la malversación, sobre todo por la lentitud en aplicarlas sin que los jueces puedan hacer mucho como producto de la sinrazón de no ponerles medios suficientes a su alcance cuando es precisamente ahí, en la justicia, donde se debería de extremar el esfuerzo en una democracia. Mientras tanto, la política retuerce la redacción legislativa en el delito de malversación para favorecer a unos cuantos. Un sinsentido.
Aquí en la Montaña también se necesitará un gran esfuerzo para rebajar la estupefacción entusiasmada que padecemos. Pero, ¿quieren qué les diga algo que parece lo único positivo de todo esto, si algo hubiere?. Sitúense para ello en el alma de un funcionario honrado, que son el 99,9 de ellos. Deberíamos de hacer un esfuerzo y ponernos hoy en su lugar. Hagámoslo desde nuestra atalaya de ciudadanos estafados y comprenderemos mejor lo que están sufriendo. A partir de ahí, la exigencia de que se devuelva todo el pastizal y se actúe en cualquier ámbito de sospecha en todas las instituciones desde los ayuntamientos pequeños, sobre todo en los consistorios allende las costas y zonas protegidas, hasta en el resto de las instituciones de rango administrativo más elevado hasta abarcar todo lo público.
En los primeros momentos, tras producirse el registro en la consejería, parecieron sinceras las explicaciones de quien tuvo que darlas con lo poquito que se sabía, fueron además sensatas y sin sangre desmesurada las opiniones de la oposición en tiempos electorales, lo que dobla su valor si aún no se conocía el detalle de las cosas. Ahora ha cambiado todo y se desenvainaron las armas. Se produjeron ya los ceses de la lógica política, que no es algo tan usual y se han roto las hostilidades que ojalá ayude, si no hay excesos, en la aclaración de todo. El ciudadano sólo pide lo necesario para la investigación a fondo y después, ¡leña! rápida de la justicia. Que no quede todo en agua de borrajas por la tardanza. Si se actúa en más ámbitos y con más dureza, a lo mejor no todo ha sido tan desgraciado. Vamos, que consigamos que ya sea común decir, por ejemplo: elegante, honesto, 'hombre de bien' y no llame la atención.
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