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«Comienzan las obras de las escaleras mecánicas que conectarán Valdecilla y Herrera Oria». Así de simple y bien recibida apareció la noticia que comentaba la supresión de lo que desde el hospital llamábamos 'cuesta del silencio' porque cualquiera se atrevía a conversar en ... la ascensión. No existe en la ciudad ahora mismo desnivel tan pindio y transitado.
Pocas obrás tendrán más sentido en la mejora de la accesibilidad o, más finamente, »para el aumento de la movilidad sostenible». Es bonito comprobar cómo el pateo constante de la alcaldesa por la ciudad da sus frutos y obras como esta se detectan necesarias, realizándose y además con fondos europeos.
De esta forma, los vecinos de las zonas altas podrán respirar -literalmente- porque hasta ahora lo de inspirar con ritmo, subiendo, aún estando en forma, era una entelequia. Imposible parar y reanudar.
El comunicado del Ayuntamiento de Santander y el comentario periodístico informaban minuciosamente del comienzo de las obras y cada uno de los colectivos beneficiarios de las cuatro rampas mecánicas de acceso que sustituirán a la escalera existente. Serán: los Amigos de Cazoña, Pintores Montañeses, vecinos de Pronillo, Sixto Obrador, Grupo San Ramón y Ciudad Jardín… que son los vecinos 'de arriba'. Pero faltan en el relato, perdónenme, los vecinos 'de abajo', la gente del Hospital Valdecilla y sobre todo los profesores de la Facultad de Medicina.
Es curioso observar cómo suben y bajan ágilmente los alumnos y los médicos residentes y cómo subimos y bajamos en extenaución o casi en extremaunción los catedráticos y profesores de cierta edad con ese ritmo cansino característico en la subida o bajada al hospital cumpliendo el acuerdo tácito de hacerlo en silencio y sin pararse el profesor que sube con el profesor que baja porque ¿quién reanuda el trayecto en rampas comparables a las de Alpe d'Huez?.
Da cierta nostalgia hoy, cuando va afortunadamente a desaparecer, el rebobinar de la llegada cardiotónica en jadeo y el sorbo de agua imprescindible al comenzar la clase y por supuesto, permítanme, el recuerdo de mis compañeros, algunos ya desaparecidos. Viven en mi recuerdo en la subida o bajada cruzándonos durante muchos años mientras remábamos en la trainera 'Facultad de Medicina' en mares no siempre tranquilos.
Si se me permite, alcaldesa, una sugerencia: haga una estupenda jugada de poker con las 4 rampas , hágalas escaleras de color y póngales nombre: el genérico por ejemplo 'la Bien Desaparecida', y los particulares, dos de ellas con nombres de vecinos de arriba y las otras dos con médicos de abajo; por ejemplo Rampa López-Vélez y Rampa Gómez-Durán por poner dos nombres representativos de las personas que engrandecieron el hospital.
¡Ah! e invítenos a la inauguración a los que quedamos, que será una pasada.
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