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A la entrada de los conventos de carmelitas aparece una sentencia sabia como todo lo que desde allí se emana: «hermano, o no hablar, o hablar de Dios, que en la casa de Teresa esa ciencia se profesa». Y la ciencia que se debe de ... profesar hoy es el análisis de las elecciones europeas del domingo, que tanta trascendencia tenían si hiciéramos caso a las expectativas. Al final, después de tanto lío, todo quedará más o menos igual durante otros cinco largos años.
Europa nos ofrece un panorama de cooperación, solidaridad y progreso aunque a menudo suela defraudar las previsiones y las cosas no se resuelven tal y como nos gustaría. Es que para hacerse oír se deben de tener las agujas del tambor bien tensadas y la gente ya está un poco cansada de soflamas y de ruido al tener que acudir escépticos y cansados a las urnas por sexta vez en poco tiempo. Demasiado, aun reconociendo que todos juntos es la mejor idea jamás imaginada de bienestar común y, por lo tanto, buena es la pelea por conseguir su estabilidad o por mantener su equilibrio. Si es necesario en su defensa, el gasto de energía se hace con gusto.
Hasta ahora Europa estaba gobernada por populares, socialdemócratas, liberales y un poquito de verdes. Tuvo que afrontar crisis económicas y sobre todo una pandemia imprevisible y no lo hizo tan mal. Lo afrontó con una difícil dignidad. Era deseable entonces que la fórmula se repitiera y así ha sido. Probablemente todo podrá replicarse, incluída Ursula von der Leyen. Si ha funcionado, funcionará.
Pero mirando hacia las urnas, ¿qué llama la atención desde España? Gana ampliamente el PP y se observa cómo los partidos separatistas no pintan mucho, solo lo que les corresponde de pataleo institucional. Si no fuera por el alimento que se les da desde el gobierno no habría que soportarles ni aguantar su presencia insolente.
Además se observó el alza de lo que suele llamarse con desprecio extrema derecha, que ha aumentado su presencia en número pero no en fuerza ya que no le dan las cifras. Por cierto, poco tienen que ver los postulados de la Sra. Meloni y el Sr. Abascal con los de Le Pen o lo que representa la extrema derecha alemana, austríaca o la de Orban en Hungría. No es lo mismo una derecha patriótica como la italiana con lo que representa en Países Bajos, Hungría, Austria…
Es también llamativo cómo se habla de extremismos en la derecha mientras se permite el diálogo con radicales de izquierda trufados de comunismo, exterroristas y radicales. Curioso.
Como lo es que en Europa cuando se pacta con el socialismo se les denomina socialdemócratas pero la verdad es que el socialismo que exportamos desde España, ese Sanchismo sui géneris, parece que poco tiene que ver con la socialdemocracia aceptando compromisos con separatistas, comunistas o bilduetarras de forma indiscriminada. Entonces, después de los resultados, ¿acata la ciudadanía la amnistía y los compromisos con el separatismo?. Pues un poco sí y habrá que asumirlo. Así está el panorama.
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