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Después del luto provocado por la pandemia, la guerra y los sinsabores de la política, aparece ante nosotros un tiempo nuevo de reflexión. Nos encontramos ya en fase preelectoral o 'de alivio', estación previa a las elecciones municipales y autonómicas del 28M en la que ... la gente medita su voto en medio del fuego de las promesas y de las obras inacabadas que 'curiosamente' no fueron realizadas a su debido tiempo en nuestras ciudades y pueblos o simplemente se olvidaron entre dosieres mientras la legislatura volaba.
Estamos entonces en fase de alivio antes de las elecciones cuando, si siguiéramos antiguas tradiciones en el duelo, deberíamos de ir dejando el color negro de nuestra vestimenta, que reflejaría todo el dolor de este período pasado, para irlo suavizando al blanco y negro durante estos días.
«Está en tiempo de alivio», se decía antiguamente y ya se podía salir, pero poco, ya se podía reír, pero un momento, ya se podía gozar, pero casi nada, y era antesala de los amarillos, los verdes o los fucsia, que ahora serán lucidos tras los comicios de nuevo, despertando impulsos casi olvidados. Esos tonos fuertes, de exaltación, que ahora todo el mundo espera vestir tras el acierto de su voto. Después la vida sigue en cualquier caso. Terminó el luto.
Mientras, las promesas se repiten desbocadas en tiempo preelectoral fabricando ese déjà vu insoportable que certeramente denunciaba en su columna la voz tan escuchada de Castañeda. Las mismas ilusiones sobre los mismos proyectos de hace cuatro años. Demasiado.
Pero es que tampoco cambian mucho los tiempos, todo se repite machaconamente una y otra vez a pesar de tanto progreso y de tantas nuevas tecnologías.
Solo parece cambiar el clima que lo hace hacia sus extremos, o nos quemamos o tiritamos sin fase intermedia. También es así la política y así sucede en la vida muchas veces donde nos torramos o pasamos frío según qué circunstancias, pero afortunadamente con matices: nunca las desgracias son irreparables gracias al señor tiempo, de apellido' transcurrido', ni tampoco las venturas son lamentablemente de apellido 'interminable'. Todo es un poco como Benzemá, que no es un nueve puro.
Llegado ese día, terminará el alivio y finalizará el luto. Se acabó el duelo y llegará el júbilo. Esperemos que con ello no se abra nunca más la puerta del olvido para las víctimas del terrorismo. Ya tenemos abierta la del Perdón en nuestro camino lebaniego de los cristianos, pero que no se abra de nuevo la puerta de la iniquidad que ahora se encuentra de par en par. Luchemos por la «memoria , dignidad y justicia» que reclaman las víctimas del terrorismo, lo menos que se puede hacer. Luego llegarán las generales, entonces ya se puede.
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