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Estamos en una época en la que se impone el 'cualquiercosismo'. Cualquier cosa sirve para ser utilizada en aras de la comodidad y la gente se uniformiza, especialmente en el vestir, consiguiendo un esfuerzo democrático y popular que, precisamente en esto, no hacía falta. Con ... el 'todos igual' se obtiene casi siempre un pésimo resultado.
Se acabaron los zapatos de cuero lustroso de caballero y los tacones elegantes e interminables de las señoras, sustituidos por playeras o deportivas o como se quieran llamar: esos artilugios mullidos 'atrapasudor' que, si además son de punta góndola levantada, hacen las delicias del hortera. Impacta el observar a los mayores escondiendo juanetes y durezas dentro de ellas, en imagen de la decrepitud. Una pena.
Aunque peor es la cubierta: cazadoras plásticas, sudaderas de colores insoportables, chándales, pantalones chinos con mil bolsillos y en verano todo ello rematado con sombrero todo lo panamá que se pueda, generalmente falsos de origen. Otra pena.
Hemos fabricado una vida uniformada y dirigida por WhatsApp preñada de visitas a las páginas o a las terrazas y muchas veces sosteniendo correas de perritos de marca o de pedigree o como quieran llamarlos.
«¿Cuanto tiempo tiene?», «¿El mío es muy joven pero muy peleón», contesta orgullosa la señora mientras le acompaña en su micción nerviosa e inevitable contra la pared.
Podría ser ésta una escena cotidiana e ilustradora de la realidad, como otras muchas que se usan hoy para pegar la hebra (Miguel Delibes. Planeta de los Libros) o para ligar o para cualquier cosa. Se acabaron las tertulias sosegadas que fueron superadas por estas escenas costumbristas que hubieran hecho las delicias de Berlanga o de Solana o de Romero de Torres, cada uno en su estilo.
Todo cambia en aras del progreso y nosotros, los mayores que tenemos espejo retrovisor, creemos que es 'a peor'… aunque vaya vd. a saber.
Un ejemplo: fue fastuosa para la creación la época del Renacimiento, en las artes y la pintura especialmente, hasta que a mediados del XIX, desde Monet versionando a Tiziano, o 'El cuadrado negro sobre blanco' de Malèvich, llevando al límite la pintura del caballete, lo cambió todo. Y ya a partir de la Stable Gallery de NY y las famosas 'Cajas de brillo' de Andy Warhol fue irreversible… y a peor, o a mucho peor sin duda.
Pero así es la vida, ahora toca algo cutre o eso creemos los ilusos que además esperamos que todo sea sólo durante un ratito.
¡Ah! y en la política para que contarles, a pesar de que alberguemos la esperanza remota de ir a nuevas elecciones, menos calurosas y pasadas por el rincón de pensar mejor. Pero no se engañen, esa posibilidad la evitará el mundo Frankestein que 'pilló cacho' y no lo va a soltar aún a costa de romper España si hace falta. Otra pena, penita, pena….
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