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Las cosas de la guerra muchas veces son un poco Gila: «Por favor, no ataquen por la tarde que vamos al cine», que diría el cómico genial. Irán anuncia a EE UU, dos días antes, el día y la hora de su ataque a Israel ... y desde Tel Aviv se responde con drones justo al espacio y la ciudad donde está el escudo más potente antimisiles o antidrones iraní, que les fue disparando uno a uno como en la feria. La confusión, la mentira, la tomadura de pelo, el dolor indescriptible y la muerte, lo mezclan los dirigentes con parámetros de feria, también de ganado, moviendo a la pobre gente, por ejemplo en Gaza -otra guerra pero la misma guerra-, de aquí para allá y además con los terroristas asesinos inmundos de Hamás mezclados. Se mezclan las personas y las guerras con mala intención.
Todo en una coctelera de devastación y miseria agitada a diario desde fuera con este nuevo invento para la guerra: los drones. Un progreso bandido despreciable porque sirve muy bien como instrumento del tirar la piedra y esconder la mano. El agresor puede estar en casa viendo la Champions mientras sus bombas las acarrea un antiguo juguete de los niños.
Muchos de ellos sólo saben matar y si se les saca de ahí, resultan ser unos tipos lamentables y disfrazados, o bien con peinados 'lenguavaca' o bien con ridículos turbantes hablando permanentemente de explosiones pero perdiéndose la mejor: la explosión de la primavera en estas fechas.
Llega la estación de las flores y la belleza y cuando podían transfigurarse en John Steiner y amar el campo se convierten en John Wayne disparando a lo que se mueve. Pudiendo disfrutar eligen la crueldad, y pudiendo caminar y pisar hierba, pisan a la gente cuando deberían respirar, gritar si hace falta, eso si no interrumpe a las comadrejas en su trabajo, ni los trinos de las alondra,s o los de las palomas silvestres, o de las golondrinas ya pocas, o de los gorriones también menos, o de los mirlos y estorninos, muchos para compensar, pero ni se lo plantean.
El campo en primavera es una lección de vida con animales, olores y nuevas miradas mientras las plantas nacen espontáneas, todas bellas, hasta los hierbajos lo son, húmedos al amanecer y crujientes al mediodía y los colinabos, el jenabe, las amapolas, los cardos o las esclepias, un bombazo de naturaleza. Allá ellos que se lo pierden. Sin pacifismos estúpidos, defendamos la vida… pero preparándonos por si acaso, que está todo muy cerca.
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