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Los premios literarios tienen su aquel de la controversia que nunca falta, sobre todo en los premios gordos. Uno de los más controvertidos es sin duda el Cervantes, premio entre los premios, que difícilmente contenta a todos los sectores o a todas las tendencias (¿ideologías?) ... dado que es concedido con un ojo puesto en la política.
Pero al final vale la pena seguirle porque siempre obsequia a escritores con trascendencia literaria en nuestro idioma universal que tantas posibilidades ofrece a los autores por su fuerza y sobre todo por su implantación y difusión imparables que le hacen llegar a 600 millones de hispanohablantes y creciendo. No hay más que mirar la importancia de todos los premiados año a año.
En esta ocasión nos han sorprendido a medias con la proclamación de Luis Mateo Díez, un castellano de Villablino que «vive contando y cuenta viviendo» como bien describió el rey Felipe en la ceremonia de entrega, coincidiendo como siempre con el Día de las Letras y el recuerdo cervantino siempre en el origen de todo, como marca la tradición.
Yo le recuerdo por «Pájaro Sin Vuelo», allá por el año 2010/2011. Llamó mi atención por el espíritu tan triste de la obra, en la que un agente de seguros mostraba descarnada la soledad, el abandono y la incomunicación. Todo tan bien contado y tan explícito que alteró mis sentimientos y me condujo a indagar sobre su trabajo: «El Expediente del Náufrago», «Camino de Perdición» o «La Ruina del Cielo» que en su lectura nos sumen en la tristeza de la visión de un mundo de devastación y ruina inminentes. Un panorama desolador con mordiscos a la decadencia que ofrece tal y como repetía Quevedo «nuevas de la muerte» que le hacen a uno estremecer cada poco.
En fin, todo espeluznante en la lectura, que nos lleva a la realidad del abandono que sufren muchas personas que hacen convivir su soledad más absoluta con sábanas sucias, ropa arrugada o alimentos estropeados en la nevera, arquetipo de la «soledad no deseada» de la que hoy nuestra sociedad es tan consciente y que se padece en una proporción increíble (una de cada doce personas resulta gravemente afectada por ello) pero que en aquella época pocas denuncias como las de Luis Mateo se producían.
Es muy curioso y a la par gratificante apreciar que quien contó y cantó tan bien el «triste y sola» de la soledad no deseada y el abandono, estuviese ese día tan feliz como acompañado. Nada hay como la ficción en una buena pluma para el engaño. Lo malo es que tal habilidad se usa también en otros ámbitos, sobre todo en la política y además casi siempre con aviesas intenciones.
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