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Algunos creen que España es un vejestorio a punto de tomar el camino eterno y que en esas circunstancias se puede abusar de ella faltándole al respeto en su lento caminar, llenándola de dificultades.
Olvidando, incluso, que a pesar de los años camina siempre con ... paso firme y que lo de eterno no va de broma. Tiene muchos años, eso es cierto, pero persiste orgullosa de haber vivido tanto, transitando durante más de 500 años con algunas estrecheces, pero muy satisfecha de lo conseguido con ritmo acompasado, por mucho que se hayan empeñado algunos –desde dentro y desde fuera– en querer cambiárselo a base de tropezones, que jamás lograron éxito ni desviación permanente y mucho menos la ilusión de tirarla al suelo o de derribarla.
Al decir estas cosas, uno repite ingenuo expresiones que ya ha usado en otras ocasiones y que deben los lectores disculpar aunque el recuerdo y la repetición supongan una obviedad manifiesta. Pero seguro que se sabe entender, que estamos en días de bastante desconcierto y temor post-electoral imaginando lo que puede sobrevenir.
Aunque a ella, a España, le entra una risita maliciosa, como de si de una niña traviesa se tratara, cuando comprueba cómo de complicado ha quedado todo, siendo como es tan mayorcita y aparentemente tan sensata y curada de espanto. Corremos el riesgo de volver a tener que padecer el espectáculo esperpéntico del juramento o promesa de la Constitución de diputados tan insolentes como flojitos de equipaje, pero ya nos hicimos a la idea al echar un vistazo a las listas electorales.
Es que nuestra nación ha tenido que lidiar problemas mucho más gordos a lo largo de su historia y por si fuera poco con crisis sociales imponentes e incluso con guerras que la condujeron hasta límites inimaginables hoy día. Pero lo logró, y además arreglando todo a su manera, y además reseteándose como ahora se dice; permaneciendo unida todos estos siglos... y así continuará sin duda alguna para orgullo propio, algún cabreo traidor y cierta envidilla ajena allende fronteras.
Realmente, el resultado que salió el domingo de las urnas no podrá ser más que volver a contar con traidores o con herederos de asesinos de nuevo, pero en este caso con un refrendo difícil de comprender. Eso es duro de asimilar e imposible de convertir en hábito y se necesita incorporar, para tratar de entenderlo, todo nuestro almacén completo de demócrata convencido, que lo tenemos. Y no es poco.
Además, lo que ahora se traslada al folio, casualmente, coincide con el día de Santiago, patrón de España, y no se puede impedir que la pluma se muestre nostálgica en su mirada alrededor si vienen a nuestra memoria, sobre todo, los acontecimientos de 2019 en Cataluña al sospechar que se van a repetir de inmediato en un déjà vu infernal. Estamos todavía con el horno caliente de habernos asado literalmente yendo a votar un 23 de julio provocador, en plan renovación, buscando un cambio imprescindible para, sin embargo, tropezar con la misma pantomima de pactos: ni más ni menos que con los que quieren cargarse España y ahora, además, engreídos. Demasiado.
Es que repiten de nuevo 'a voz en grito', con chulería, sin cálculo, aprovechando unas circunstancias que creen favorables, que lo van a intentar de nuevo y además con leyes acomodadas a sus pretensiones y la permanencia a ultranza de sus aviesas intenciones.
Pero cometen muchos errores, quizá por intentarlo con idiomas de pequeña difusión que olvidan a veces la Constitución y la veneración debida a los años de historia común, que obliga siempre a respetar al mayor como se refleja muy bien, desde la más remota antigüedad en la Biblia –el texto más leído de la historia– donde se ensalza repetidamente la ancianidad en siríaco, copto, hebreo, griego, georgiano, gaélico, cirílico y latín y que ahora se quiere olvidar aquí facilmente.
Ni en la tribu de los jirijiri de la Amazonía han dejado de respetar la edad hasta nuestros días, como se acaba de descubrir en su centenaria colonia aislada del mundo. Aquí no, 'Spain is Diferent' y no se piensa casi nunca en los mayores tratándolos como vejestorios sin tener en cuenta que eso tiene un coste. Ya se hizo en la pandemia, desgraciadamente olvidando que se mueven montañas de votos en los bolsillos de la gente de edad. Y respecto a España, qué les voy a decir ¡el esfuerzo que se necesite para permanecer juntos, y más!.
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