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Cualquier proyecto individual, colectivo o social, necesita de unos ingredientes personales, cualificados y con experiencia contrastada, estructuras y organismos en los que apoyarse, detectores sensibles, que señalen de forma puntual e inmediata los puntos rojos, amén de una estrategia clara y concreta, que sirva de ... horma o concatenación de la totalidad de los componentes en acción, definiendo los objetivos a conseguir en forma y tiempo, y todo ello, sobre un estado inconsciente en el que se dé una suma de lealtades o compromisos, fundamentos de una colaboración óptima.
Porque la rectitud, la honestidad, el rigor y la seriedad, factores todos que implican la lealtad, suponen el fundamento del bienestar individual o colectivo, y sin embargo, la ausencia de esta cualidad, aleja el entendimiento y vacía de contenido el esfuerzo de grupo. La lealtad es pues la esencia de la cohesión, además su fuerza, energía y perseverancia estará siempre alimentada por un diálogo permanente, abierto y crítico, además del respeto, fidelidad y compromiso a una persona, grupo, acto o proyecto compartido.
Obviamente, esta lealtad nunca puede ser servilismo, ni permanecer ciega, jamás puede como acto automatizarse y entrar en una repetición de acciones carentes de sentimientos, y por tanto superficiales y al final estériles. Ha de responder a un estado interior, que se inicia desde una empatía compartida, que crece y se desarrolla permanentemente, y que al darse cierta sintonía en las diferentes áreas emocionales, la comprensión, la colaboración, la cercanía, el afecto y el respeto culminan con una actitud de lealtad.
Es una cualidad esencial en determinados grupos, en los que su objetivo es común -por ejemplo, en política-. Discuten sus proyectos o deseos, que respondan a las necesidades de la población a la que realmente sirven como gestores, aparece un mayor grado de discusión, confrontación y hasta distanciamiento, pero desde un diálogo bien articulado y lubricado por las habilidades de los responsables. Siempre se llegará a un acuerdo, que será respetado por todos de forma escrupulosa, y cuyo objetivo se dirigirá sin ninguna duda hacia la consecución del bienestar de los ciudadanos, de tal forma que no tienen porque darse distanciamientos físicos ni emocionales, ni mucho menos enfrentamientos sobre algo que se ha discutido, cuestionado, analizado y definido.
Es un sentimiento que tiene un enorme protagonismo en la pareja, de tal forma que es una cualidad específica de ésta. Han comentado a lo largo de su relación sus deseos y esperanzas, sus proyectos y las singularidades de lo que esperan del itinerario de la vida, han comentado de su posible descendencia, dónde y cómo vivir, de la relación con sus respectivas familias, de los gustos, anhelos y deseos de cada uno, de lo que esperan y desean. Se conocen, se entienden, están satisfechos y felices juntos, disfrutan de su relación de amistad, la distancia les supone un sacrificio, son dos en uno, y ahí es donde nace la lealtad, a todos estos pormenores, referidos a una convivencia feliz, agradable, serena y llena de amor y ternura.
También se da entre amigos, entre personas que se respetan, que se sienten cercanos y comprendidos, que se saben perdonar, a la vez de entender, que se buscan cuando necesitan un apoyo, que saben que sin estar, siempre están, nunca fallan cuando se da una necesidad. La lealtad es una actitud, en el fondo, de aceptación, a la vez de comprensión y respeto. La amistad entiende todo, comprende todo, aunque no lo comparta, porque es un acto de afecto puro y sincero, que no solamente no hiere, sino que ama y respeta.
Se da en las familias, aunque en este medio, y a pesar de que nos une el amor a los padres y el respeto reverencial a los mismos, lo normal es que la familia se enriquezca con la aportación de otros seres, con formas de ser diferentes, con temperamentos distintos, con intereses incluso encontrados, con amistades diversas, y de esa mezcla de circunstancias pueden nacer nuevas amistades y relaciones, e incluso lealtades, o pueden a la vez surgir, fricciones, faltas de entendimiento, frialdades afectivas, distanciamientos e incluso alejamientos, y hasta verdaderos enfrentamientos.
El trabajo es otro medio en el que se cultiva, por la cercanía física, una relación personal, que puede acabar en amistad sincera, responsable, respetuosa y leal, se ayudan mutuamente, se apoyan siempre que las circunstancias lo exijan, forman con otros un bloque para luchar por sus intereses y traspasar la frontera del trabajo, vivirlo en la calle, conjuntamente con sus parejas, forman un grupo de amigos, de personas que comparten cosas, intereses, proyectos, y especialmente formas de vida.
No obstante, la lealtad a uno mismo, a nuestros principios, creencias, valores o criterios, es lo más importante, porque ello nos facilitará compartirlo con los demás en cualquier tipo de circunstancias, huyendo así de la hipocresía, fariseísmo, escaparate, galería, transfuguismo, o simplemente del deseo de quedar bien, aunque ello implique quedar mal con nosotros.
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