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No se sorprendan mucho si nos sobreviene una recesión morrocotuda para 'conmemorar' los 40 años autonómicos. En la interesante herramienta que la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha puesto desde esta semana a disposición gratuita de todo el mundo, el Observatorio Interactivo de Comunidades ... Autónomas, podemos apreciar algunos rasgos significativos de la evolución y situación presente de nuestra región. Primero, hay que anotar que este organismo estima que Cantabria tuvo en 2021 el segundo menor crecimiento económico de todas las autonomías: un 2,6%, solo por delante de Murcia y muy debajo de la media española y de nuestros vecinos. Una de las recuperaciones más flojas: tal es el escenario sobre el que ahora se ceban las consecuencias de la guerra en Ucrania.
El Observatorio permite, al remontar datos a 2003, hacerse una cabal perspectiva de prácticamente todo lo que llevamos de siglo. Unos de los aspectos más llamativos es la cronificación de una baja inversión, lo que trae como consecuencia el declive relativo de la economía, por falta de suficiente generación de nuevo capital productivo. Al principio del periodo, destinábamos a gastos de capital un 4,7% del Producto Interior Bruto (PIB). Esa tendencia se mantuvo hasta alcanzar un pico en 2009, con un 5,2%. Al año siguiente ya empezó a caer por los ajustes de la recesión, y en 2015 era de solo un 2,8%. Cabría entonces esperar que, con la recuperación en curso y el fin de los protestados 'recortes', el porcentaje inversor se iba a incrementar en años posteriores. No sucedió así: en realidad 2016, gobernando la actual coalición con al apoyo entusiasta de Podemos, fue el punto más bajo de inversiones, un pelado 2%, cifra que en 2018 seguía siendo la misma y que en 2019 solo había subido... una décima.
La lectura es clara. A pesar de los mayores recursos ofrecidos por la recuperación, la autonomía de Cantabria siguió capando las inversiones, por voluntad, por inhabilidad o por mezcla de ambas. Demos a las gracias a los partidos 'emergentes' que favorecieron el presentismo, el gasto corriente, el clientelismo desatado, la subvención quedabién, y orillaron aquello de lo que depende el porvenir de esta tierra: la formación de capital público y privado que nos permita progresar y seguir generando recursos para el bienestar.
Las inyecciones extraordinarias recibidas en vena en el primer año covid, 2020, elevaron el conjunto del gasto autonómico al 20,4% del PIB, el cuarto mayor porcentaje del siglo después de 2009, 2010 y 2011. Sin embargo, la inversión solo avanzó, según la AIReF, a un 2,2%. Es decir, el subidón de gasto ha ido a gasto corriente casi exclusivamente, con apenas repercusión en el capital de futuro. Da lástima observar que, si los gastos eran el 20,4%, en cambio los recursos o ingresos fueron el 20,9%, o sea que una vez más no se ha hecho todo el esfuerzo posible.
Durante 2021, usted habrá notado la cantidad inmoderada de titulares sobre inversiones que se pierden o demoran, por unas y otras excusas, que ya razones no cabe admitir a estas alturas de los mandatos. Que los fondos europeos no, que los pliegos tampoco; en fin, lo del moroso de José Mota: «Hoy, no; mañana». Tal acumulación de noticias es la mera manifestación verbal de una realidad aritmética: no hay ritmo de inversión. Y ahora que el Kremlin nos está bombardeando, la vamos a echar de menos. Se admiten apuestas sobre las disculpas que el Gobierno de España va a ofrecer a Cantabria para diferir 'ad kalendas graecas' la mayoría de las inversiones importantes. El 'papeluco', que ya era difunto, ahora está solemnemente enterrado bajo los escombros de Mariúpol. El sepelio tuvo lugar en la intimidad.
El Gobierno central no cumple. El autonómico no ejerce su margen financiero a fondo. Y los ayuntamientos van de superávit en superávit. El último, uno del Besaya con remanente de 2,4 millones de euros; el alcalde se declara satisfechísimo de haber dejado sin gastar (no sin cobrar, claro), un 25% del presupuesto de 2021. Pero esto, ¿no es un vulgar recorte 'montoriano' del 25% en el año? ¿Se bajan un 25% los impuestos en 2022 para compensar el remanente de 2021? No solo Putin bombardea nuestros bolsillos, sino también los responsables domésticos que no gastan lo que pueden y deben.
La inversión siempre es el cuento de la lechera, porque el ganado ha sido históricamente el primer capital. Pero nuestra lechera se está quedando sin cuento. Su perola lleva poca leche. Da solo para un párrafo, cuando Cantabria necesitaría narraciones económicas completas.
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