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Einstein afirmaba que la estupidez humana y el Universo son infinitos; yo, humildemente, sumaría a estos dos hechos la imaginación y la creatividad, porque ambas carecen de barreras, se desconocen sus horizontes, no tienen límites conocidos, incluso tienen el carácter de singular, al ser personales ... o individuales. Cada persona va a elegir su itinerario, en el que merodeará hasta la fatiga, y solo ésta podrá poner fin a ese deseo o necesidad de llegar...
Esta propiedad del individuo, o característica innata, nace con cada uno de nosotros, crece en nosotros, y en nosotros encuentra su desarrollo, siendo la lectura una de las actividades que la soporta, la cultiva, la acaricia en cada momento, la ama, y le ofrece soporte, desde donde se erige en reina única y exclusiva de las diferentes ilusiones, de cada uno de nosotros.
Realizamos un acto, nos movemos e interactuamos, y ese sobrio, en ocasiones acto, puede ir acompañado de colgantes o adornos de todas formas y colores. De igual forma, cuando realizamos una lectura, cuando abrimos un libro por una de sus páginas y nos encontramos con un pasaje cualquiera, en el que se pueden entremezclar personas, animales, arbustos, riachuelos... en diferentes parajes, posiciones, colores y formas, representando una circunstancia arbitraria, que acontece en el diálogo, nuestra observación, conocimiento, atención, memoria, razonamiento, evocación... se ponen a nuestro servicio. Se abren incluso redes neuronales nuevas, además de nuevas conexiones, y el enriquecimiento del pensamiento y del lenguaje, para poder expresar lo que vemos, la coordinación de ideas, el vocabulario o palabras que se ponen a nuestro servicio, con el fin entender y expresar, son todos aspectos emocionales que se viven, cuya potenciación diaria, va a permitir el crecimiento y desarrollo de nuestro sistema conductual.
La lectura amable, sosegada, estimulante y rica, nos va a permitir, siempre, aprender comportamientos nuevos, conocer situaciones desconocidas, situarnos en lugares lejanos, o no lejanos. La fantasía es como un carrusel que nos acuna, que nos mece, como una nana eterna, sin fin, que nos da compañía y de la que podemos gozar a lo largo de nuestro camino vital.
Ocurre sin embargo que la lectura, en vez de fuente de placer, puede convertirse en un potro de tortura, en carcoma que nos mordisquea provocando dolor y amargura, al alterar nuestras constantes de felicidad. Aquí la fantasía es una víbora que se enrosca en nuestro cuello hasta hacernos perder el sueño, y la sonrisa. La presencia de situaciones dramáticas, o hechos antinaturales y macabros de destrucción, puede herir las sensibilidades de los niños en general y especialmente de aquellos sensibles, bajos de defensas, en situaciones familiares que les provocan cierta inseguridad, y de forma especial en niños miedosos.
En las dos últimas semanas han llegado a mi consulta tres familias con sus respectivos hijos relatando el mismo problema. Los tres niños, de 11 años, escolarizados con óptimo aprovechamiento escolar, con cualidades humanas exquisitas, además de con un comportamiento inmaculado -jamás ninguno ha sufrido percance colegial alguno, y todos con una dedicación ejemplar al estudio. Son niños ejemplares.
La niña, de Valladolid, había visto una película, y los dos niños, uno de Santander y el otro de Alicante, habían leído sendos libros. La película relataba las peripecias de un niño al que los padres habían abandonado solo en casa; uno de los libros describía un hospital en ruinas y diferentes percances sufridos por el personal fantasmagórico, destacando el enfrentamiento de dos de ellos con la muerte de uno, y la introducción de su cadáver en un horno donde se quemó su cadáver. Los tres niños, después de la lectura y la visión de la película, han cambiado sus hábitos, aumentando su sensibilidad, generalizándose el miedo, siendo incapaces de dormir solos, o de estar solos con la puerta cerrada en una habitación, con la presencia de llantos ante cualquier contrariedad.
Sé que esta situación descrita no se puede generalizar, y que supondrá una excepción en el proceso de formación infantil, y que quizás, desconociendo por los autores el protocolo que regula esta actividad, se tomó un libro y una película, cuyo contenido no se había revisado. Quiero entender que lo sucedido tiene el carácter de accidental, no obstante, hemos de tomar nota, porque el dolor que yo he observado en los niños es inmenso, cuyo eco incide en los padres, al desconocer su trascendencia. Como se trata de algo institucionalizado de enorme significación, para la formación de los niños, desde aquí rogamos una mayor atención al mismo.
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