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Algún telespectador, preocupado por la incidencia de la pandemia y las secuelas de la enfermedad, puede haber encontrado cierto alivio a sus preocupaciones en los informativos de una cadena nacional. En el programa, y en un artículo que se puede leer en la página web ... de la cadena, presentaban al público una herramienta pionera que se ha investigado y desarrollado en la Universidad de Valencia y que está ayudando a paliar las secuelas que sufren pacientes que han pasado el coronavirus, como tos, fatiga, dolores de cabeza y dolores musculares. Bajo la apariencia de unas simples vendas, se encuentra un producto con unas propiedades magnéticas que las hacen únicas y que actúan como una magnetoterapia las 24 horas del día sobre quien las lleva. Según nos decían, con estas vendas ya se ha demostrado que todos estos síntomas mejoran, por lo que ya se están probando en pacientes críticos de covid.
Después de escuchar esta información, puede resultar sorprendente descubrir que el Ministerio de Sanidad ha clasificado la magnetoterapia estática como una pseudoterapia.
En este punto hay que hacer un inciso, para distinguir entre magnetoterapia estática y las terapias basadas en el uso de campos electromagnéticos variables. Los campos electromagnéticos variables son capaces de penetrar en los tejidos y transferir energía; el ejemplo más claro es el de las microondas: un electroimán produce un campo de alta frecuencia que calienta el agua en el interior de los alimentos, produciendo la cocción. Esa transferencia de energía se puede aprovechar con fines terapéuticos, pero debe hacerse de forma científica ya que el efecto de estos campos no siempre es beneficioso, como demuestra el ejemplo utilizado.
En cuanto a los sistemas de curación con imanes, lo cierto es que se vienen utilizando desde la antigüedad. El primer caso remarcable en la edad moderna es el del doctor Mesmer, que fue desacreditado en 1785 por una comisión de la que formaban parte Lavoisier y Benjamin Franklin. Entre 1789 y 1835 se llevaron a cabo investigaciones sobre el magnetismo animal y mineral en el hospital La Charité, de Berlín, llegando a la conclusión de que la terapia no tenía credibilidad. A pesar de las evidencias, cada cierto tiempo, cuando se olvidan los resultados negativos, la pseudoterapia reaparece. Hoy en día, no solo se ha demostrado que la magnetoterapia con imanes permanentes es inútil, sino que incluso es ilegal en algunos países, como Estados Unidos.
Con estos antecedentes, nos puede parecer buena idea contrastar la información acudiendo a las fuentes, esto es, acudiendo a la página web de la Universidad de Valencia, o a la del Hospital Universitario Doctor Peset. Resultado: no encontramos nada. Eso, a pesar de que en el artículo publicado en la página web de la cadena se especifica que se trata de un trabajo de ocho años de investigación en la Universidad de Valencia, que ya se está usando en enfermos covid críticos en el Hospital Universitario Doctor Peset, y que ayuda a retirarles la ventilación mecánica.
No tenemos datos para discernir si estamos ante uno o varios periodistas que no han contrastado adecuadamente la información, o ante un caso de falta de transparencia en la práctica terapéutica. Como mínimo, debemos sospechar que esas vendas no van a mejorar las secuelas de nadie, aunque nos queda el consuelo de que, al menos, no les van a poner peor.
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