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Los pajes de los Reyes Magos son el músculo al servicio de una idea, la fuerza motriz. Sin ellos los Magos no podrían llevar a cabo su misión universal. Los pajes recogen los millones de cartas que reciben Sus Majestades, las clasifican, las abren, se ... las dan a leer, ordenadas por países, regiones, barrios, casas de vecindad y familias... Y cumplen, diligentes, los mandatos que reciben, predisponiendo todo para que salga bien: el viaje de Oriente a todos los puntos del mundo, la adquisición y clasificación de los juguetes, los embalajes, el herraje de las caballerías, camellos, caballos y mulos, para el transporte de la juguetería, el aseo y alimentación de los Magos y su numerosa real comitiva... Los pajes asisten a los Reyes Magos en la recepción de niños que se organizan en las ciudades en vísperas de la festividad, les ayudan a subir a las carrozas, participan en los desfiles, reparten regalos y golosinas, suben por ilusorias escalas de luces hasta las plantas más altas de casas y rascacielos, buscan los nombres en las tarjetitas que los ilusionados niños colocan junto a los zapatos, ponen a cada quien lo que a cada quien es debido, regalos para los buenos, carbón para los malos... Así es por la tradición. Y, sin embargo, nadie pondera el papel de los pajes de los Reyes Magos, los poetas no les dedican sonetos ni alejandrinos. Cuántos pajes son los pajes no hay quien lo haya puesto por escrito. En la Biblia no figuran. En verdad tampoco figuran los Magos (nombre que recibían los sacerdotes eruditos en Oriente). Entre los Evangelios católicos, sólo el de Mateo menciona a los Magos, sin especificar su número ni su gracia. Sus nombres actuales son Melchor, Gaspar y Baltasar. Tres reyes y tres camellos. Y de los de los sufridos pajes, ni palabra.

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