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Con sol dentro

Errores de cálculo

Domingo, 8 de octubre 2023, 07:39

Del Mundial de 1982 tengo un solo recuerdo. Lo he contado alguna vez, no sé si por aquí. Una cajera de un supermercado de Marqués de la Hermida me dio un sobre de cromos con un dibujo de Naranjito. Cuando leí la fecha, pensé: «¡Estamos ... en 1982!». Aquello, para mí, que tenía seis años, era el colmo del futuro. Se anuncia ahora un nuevo Mundial, que se celebrará en España, Portugal y Marruecos en 2030. Al ver los titulares de los periódicos mi sensación ha sido parecida: «¡2030!», me dije. La diferencia es que ahora sé que cuando ese futuro llegue (esto a fuerza de vivir se va aprendiendo) será igual de vulgar y de maravilloso que todos los presentes vividos. La diferencia más significativa no estará en el mundo, por mucho que el mundo (a golpe de alarde tecnológico o de cambio climático o de colapso energético o de lo que sea) cambie, sino en nosotros, que seremos más viejos. Lo más curioso de todo es que 1982 no está, en realidad, tan lejos. Han tardado poco en pasar tantos años. Con esto del tiempo caemos siempre en la misma trampa: pensamos que da para mucho y luego descubrimos que no, que no era para tanto. Y eso nos deja siempre un poco extrañados, como cuando vamos a bajar un escalón y el escalón no existe.

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