Secciones
Servicios
Destacamos
Josefa Ros, en su participación en la 'Pandemia Filosófica' (estupendo proyecto que impulsa desde hace unos años el Ayuntamiento de Santander), definió el aburrimiento como un malestar que experimentamos ante una situación que no nos estimula de manera adecuada. Ese malestar, dijo, es lo que ... suele empujarnos a hacer cosas distintas (habló de una estrategia de huida para escapar de esas sensaciones desagradables). Y, así, vamos avanzando. El problema, alertó, es cuando esa desazón (que de perpetuarse puede ser muy negativa para quien la sufre) se experimenta ante situaciones de las que no podemos huir (como un trabajo o estar ingresados en una residencia).
Cuando sí es posible escapar, conviene sostener un poco el hastío para elegir una estrategia de huida adecuada, que aporte algo con sentido. Pero hoy lo fácil es la fuga inmediata, recurriendo a naderías que nos hunden, al poco, en un desasosiego mayor. Me parece, también, que parte del aburrimiento de nuestro tiempo tiene que ver con una percepción contaminada por las expectativas desmesuradas sobre la vida (y sobre nosotros mismos) que provienen del entretenimiento, el progreso y el consumo. Todo ello puede provocar malestar por, simplemente, vivir una vida que, frente a esos relatos utópicos, nos parece poca cosa.
El ensayista Ramón Andrés defiende que nos pasamos el día fabricando futuros, escapando de nosotros mismos para intentar ser más de lo que somos, para superarnos a la manera de los atletas o los acróbatas, persiguiendo la quimera de un mundo inexistente que sea más de lo que el mundo es. El resultado es una sociedad «insatisfecha con el presente», una «adicción a la celeridad, a lo urgente y lo utópico». Para Ramón Andrés, «jamás estamos satisfechos con lo conseguido; hay que seguir, seguir, seguir y olvidar, relegar lo cosechado, crecer anualmente un porcentaje, como la economía».
Teniendo en cuenta todo esto, me parece que existe una estrategia de huida del aburrimiento que no pasa por probar a hacer cosas distintas (en un bucle desasosegante y sin fin) sino por desactivar esa insatisfacción narrando, interpretando y mirando de otra manera nuestras experiencias cotidianas para, así, valorar (y que no nos aburra) la vida que ahora estamos viviendo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.