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Al cumplir 41 años del Estatuto de Autonomía para Cantabria, conviene reflexionar sobre el estado de nuestro modelo de autogobierno. No con ocurrencias presidencialistas para meter ruido y distraer de los problemas reales, sino con rigor para hacer que ese magnífico instrumento que puede ser ... una institución autonómica sirva de verdad para dar soluciones y abrir caminos de oportunidades a los cántabros. Hoy ya es vox pópuli que los dieciséis años de coalición PRC-PSOE han fracasado y el momento del cambio democrático se aproxima. Hay muchas razones para ello, pero la principal es que socialistas y regionalistas han debilitado la autonomía: han hecho que Cantabria esté sometida a la política de Pedro Sánchez y Podemos y que la autonomía funcione peor por su ineficacia en las inversiones y proyectos.
Y es que nuestro autogobierno se defiende ejerciéndolo de verdad: tomando decisiones de gobierno, escuchando a la sociedad, reivindicando los intereses de la región por encima de los personales y de partido, y haciéndolo más fuerte con una cooperación inteligente.
Tomar decisiones: seis años sin saber qué hacer con la Residencia Cantabria; cinco años para ver cómo se encarga un centro de protonterapia; cuatro legislaturas prometiendo La Pasiega. Los ejemplos se multiplican, pero lo más grave es que se tendrían que haber bajado los impuestos para aliviar a las clases medias de Cantabria frente a la inflación galopante y se tendría que haber afrontado un verdadero plan para reorganizar la sanidad de Cantabria. Eso requería decisiones que no se han querido tomar. Por el contrario, se ha preferido que la administración engorde a costa del ciudadano y que el servicio de salud se siga desgastando.
Escuchar a la sociedad: parece sorprendente que los que se multiplican en propaganda fotográfica y de redes sociales, en realidad no están escuchando a la sociedad. Hay una inquietud enorme con el empleo y su calidad, con el futuro de los autónomos, de los ganaderos, del pequeño comercio. Hay una inquietud con la okupación y, al mismo tiempo, con el acceso de las familias a una vivienda. Hay mucha preocupación por la atención a las personas mayores, por la conciliación familiar y profesional, por el desajuste entre la educación y una economía que cambia aceleradamente. Nada de esto escuchan gobernantes que pasan el tiempo con la memoria histórica o en los platós de televisión promocionando sus libros.
Reivindicando los intereses de la región: Cantabria no ha logrado fondos europeos para ninguno de los grandes proyectos que solicitó, ni a día de hoy, tras dos legislaturas completas del señor Revilla con el PSOE, existe la garantía de su propagandístico tren con Bilbao. Los regionalistas están dando una y otra vez su bendición al bochornoso retraso de las obras de conexión ferroviaria con la Meseta; de la modernización de Cercanías; de la ejecución de Aguilar-Burgos que es clave para Campoo y todo el eje central de la comunidad. Ya ni hablan del tercer carril de la A-8 Laredo-Vizcaya, necesario para combatir la lentitud y atascos que cada día se viven en ese tramo. Los lobos siguen devorando las reses de los ganaderos cántabros y la normativa de Costas poniendo en riesgo numerosos negocios y empleos de la región. Todo esto el PRC lo da por bueno y ya se prepara para la siguiente coalición con el PSOE, como ha revelado el señor Revilla al decir que espera gobernar Santander con solo 7 concejales de 27. Más claro, imposible.
Cooperación inteligente: no puede ser que estemos descolgados de las comunidades del entorno cuando reivindican temas que nos interesan, como el corredor ferroviario atlántico. Mucho antes enlazaremos con él por el ferrocarril de la Meseta que mediante el hipotético de Bilbao, para el que ni siquiera sabemos si habrá financiación y esto es importante, porque su coste podría elevarse a una cifra bastante superior a los 2.000 millones de euros; hablamos de cifras astronómicas y, por tanto, que mueven a no creer en nada que huela a propaganda electoral desesperada. Pero es que hay que cooperar con las comunidades vecinas no solo en comunicaciones; también ante el problema de la 'España vaciada', de las energías renovables, del desarrollo rural, de la promoción del turismo, de la colaboración en ciencia y tecnología… Muy poco de eso se ha venido haciendo. En particular, tenemos límite geográfico con tres provincias castellano-leonesas (Burgos, Palencia y León) y aún está por ver una reunión de trabajo para impulsar generalizadamente el desarrollo a ambos lados de la raya autonómica. Igualmente, la colaboración con el País Vasco y Asturias es esencialmente retórica y ocasional y con autonomías como Madrid, La Rioja, Navarra o Galicia el contacto es ínfimo.
Por tanto, no es extraño que nuestra autonomía se esté debilitando. El Partido Popular considera que es necesario reforzar el autogobierno escuchando, decidiendo, reivindicando y cooperando. Nuestra autonomía necesita entrar en un tiempo de revitalización.
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