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Me gustan las matemáticas porque nos ordenan el mundo: dos más dos es algo inapelable, a diferencia de nuestros actos, que están sujetos a toda clase de interpretaciones. Sin embargo, no sé si por pereza o algo peor, hemos transformado los datos en una idea ... abstracta que oculta la individualidad. Miles de personas. Medio millón de cántabros. ¿Quiénes? Los periodistas trabajamos a diario con cifras, pero ninguna informa por sí misma, informan los hechos, sobre todo cuando hablamos de delitos. Les pongo un ejemplo: según el Ministerio del Interior, en Cantabria hubo hasta septiembre del pasado año 130 denuncias por agresión sexual.
¿Es mucho, es poco, es vergonzante que simplemente haya una o es una 'moda' alentada por el feminismo? El espectro ideológico que cabe en un número es descomunal, pero basta que te implique un dato porque conoces a alguien afectado por una agresión o porque te haya pasado a ti para que ese número se convierta en una colilla encendida que te apagan en la cara. El dato no es el hecho; el hecho es que las mujeres que denuncian son cuestionadas y señaladas, hasta el punto de que la víctima del 'caso Alves' ha rechazado la indemnización por haber sido supuestamente violada, dejando claro que quiere justicia y no hacer negocio a costa del futbolista; el hecho es que una adolescente no denuncie para evitar que la llamen puta por haberse acostado con un compañero, aunque ella no quisiera; el hecho es que el abuso está normalizado hasta el punto de que si alguien te toca el culo en un bar es un daño colateral por haber salido. Ese es el hecho, que los locales de ocio nocturno están reforzando el protocolo contra la violencia sexual en Cantabria. ¿Y cuál esel dato? Que las denuncias han subido un 26,2%. Son cifras, pero tienen cara.
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