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Toda sociedad avanza en la medida que avanza la calle y los gobiernos escuchan. El 8 de marzo de 2018 marcó un antes y un después en nuestro país. Miles de mujeres y de hombres protagonizaron una movilización sin precedentes contra el machismo. La ... sociedad envió un mensaje inequívoco, expresado con una fuerza inédita hasta entonces: los derechos de las mujeres no se negocian.
Ese avance, que refrendamos en 2019 y que renovamos este domingo, es el instrumento más poderoso que tenemos para mejorar la vida de niñas, adolescentes y mujeres. Ese avance es el único camino posible para una sociedad justa.
Este 8 de marzo de 2020 las calles se llenarán de personas herederas de aquellas que hicieron germinar la igualdad como pilar básico de nuestra democracia. Nuestras calles serán hoy el espejo que refleja el resultado de la historia que protagonizan las mujeres que forman parte de la Generación Igualdad, la iniciativa de ONU Mujeres a la que se ha sumado el Gobierno de Cantabria.
Mujeres y un hombre que protagonizan una lucha que no ha terminado pero que cuenta con la mayoría necesaria para vencer. Marisol Payá, Carmen Dual, Manuel Buendía, Cristina Brandáriz, María Ángeles Ruiz Tagle 'Sande', Sinaí Gil, Brezo Gómez y Ana Bolado han logrado construir una generación de la que ya todos formamos parte.
Ellos mantienen vivo cada 8 de marzo, porque gracias a su ejemplo somos capaces de entender que, a pesar de las conquistas, aún persisten las discriminaciones que amparan quienes cuestionan el feminismo y tratan de hacernos retroceder.
Las mujeres sufren discriminación en todos los ámbitos. El laboral es en el que produce una de las mayores desigualdades, porque sin independencia económica no hay libertad.
A nuestras conciencias siguen llamando también las mujeres que son explotadas por hombres detrás de las luces de neón que se encienden cada noche. Esto pasa en el día a día de nuestra sociedad y es un debe en la marca España. Confío en que nuestro país tire de la manta de la hipocresía y ponga límite a la verdadera esclavitud del siglo XXI, la esclavitud más antigua del mundo.
La violencia de género es la expresión máxima de la desigualdad. Una verdadera pandemia a la que ningún país es inmune, ya que afecta a una de cada tres mujeres. Esta violencia y, como expresión más dramática, los asesinatos que se cometen cada año nos avergüenzan y nos reafirman en que no debemos ceder ni un metro de terreno a los que la niegan.
Caminar hacia la igualdad plena es una responsabilidad que nos interpela individualmente y como sociedad. Y que también obliga a todas las Administraciones, la estatal, la autonómica y la local.
En junio de 2019 Cantabria se dotó del primer Gobierno paritario de su historia, compuesto por un grupo de mujeres y de hombres que tenemos el reto de desarrollar la primera Ley de Igualdad de Cantabria, el marco jurídico que la sociedad civil organizada reclamaba para que sus reivindicaciones se asienten sobre terreno firme frente a la regresión del machismo.
Nuestro marco legal seguirá creciendo en España, con la entrada en vigor de leyes que garanticen la libertad sexual de toda la ciudadanía, y en Cantabria, con la primera ley autonómica que protege los derechos de las personas LGTBI.
Leyes que deben ser sólidas, jurídicamente impecables y que se apliquen para que cada avance social que se conquiste en la calle no pueda ser dinamitado por quienes tratan de imponer su discurso discriminatorio.
La conocida como Ley de Igualdad de Género, aprobada por un Gobierno socialista, supuso una auténtica revolución para acabar con la discriminación por razón de sexo. Por un lado, porque asumió como propios principios básicos basados en derechos humanos. No solo ofrece seguridad jurídica a todas las mujeres, sino que pone a su disposición los cauces adecuados para que denuncien situaciones de discriminación, de violencia y de abuso.
Pero igualmente importante fue el hecho de que, al abrigo de esa Ley, comenzó a desarrollarse una acción normativa, a nivel estatal y autonómico, que nos permite afrontar todas las situaciones de discriminación que todavía hoy se dan en nuestra sociedad.
Sin todo este desarrollo normativo, el camino que debe recorrer la generación igualdad será más largo y los obstáculos más altos. Sin la aplicación de estas leyes y la aprobación de las que están por venir es imposible incorporar la perspectiva de género a los ámbitos más cotidianos de nuestra sociedad. A ello me comprometo personal y políticamente.
Tanto si eres mujer como si eres hombre y estás leyendo estas líneas, formas parte de la generación igualdad porque sientes la obligación de compartir tareas, de denunciar abusos, de exigir un mismo sueldo para un mismo trabajo, de desafiar estereotipos y de explicar a las niñas y a los niños lo valiosos que son. Una generación que lucha cada día por la vida.
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