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La memoria es el elemento central de la historia. Relatar lo sucedido en el pasado no es otra cosa que la forma científica de la memoria. Decir memoria histórica es una redundancia que trata de invocar algo tan importante como la historia, pero en España ... se retuerce el lenguaje para enmascarar realidades sencillas. La memoria es el recuerdo, generalmente personal, de un hecho vivido en el pasado. La historia es la ciencia que, con instrumentos adecuados, estudia lo sucedido tiempo atrás.
En la historia reciente de nuestro país tienen especial relevancia los delitos cometidos por los asesinos integrados en la banda criminal ETA. Un grupo de fanáticos violentos regó de sangre toda la geografía española y trató de impedir el tránsito de la dictadura a la democracia. Esos hechos deben quedar registrados, con precisión, por la historia y tener prioridad sobre otros mucho más lejanos en el tiempo. Contemplamos con estupor como se presta más atención a delitos de sangre cometidos hace más de setenta años que a otros recientes.
El próximo día 19 de febrero se conmemora el treinta aniversario del atentado que ETA cometió en Santander y en el que murieron tres personas al explotar un coche bomba en el barrio de La Albericia. Una jornada sangrienta protagonizada por dos jóvenes de la banda terrorista quienes, tras huir y refugiarse en el entorno de una iglesia donostiarra, pasaron unos años en la cárcel y desde hace tiempo están en libertad, disfrutando de su nueva vida. Sus víctimas permanecen enterradas y sus familiares sufriendo el dolor de una pérdida irreparable.
La detonación de un coche bomba, con un mando a distancia, asesinó a tres personas y causó muchos heridos. Los trabajadores de El Diario Montañés vivimos el atentado en primera línea, ya que la explosión se produjo a escasos metros de la entonces sede del periódico. La onda expansiva produjo un fuerte ruido y la vibración de todo el edificio. Quienes estábamos en ese momento en la sede del periódico salimos a la calle y vimos los cuerpos de las tres personas asesinadas. Es una imagen que queda grabada a fuego en la mente.
Ahora, tres décadas más tarde, el recuerdo de aquel crimen cometido por unos nacionalistas fanáticos, ahítos de marxismo y nacionalismo, parece evaporarse porque quienes debemos recordar lo sucedido, en lugar de afianzar los hechos en la memoria, tratamos de diluirlos. Tras aquel atentado criminal, el más sangriento de los perpetrados en Cantabria, se inauguró, a cencerros tapados, un diminuto monolito junto al lugar del crimen. Un pequeño recuerdo que pasa completamente desapercibido para el viandante. Años más tarde, se remodeló la calle con la creación de una rotonda que mejora la circulación, se colocaron unas vallas para impedir del paso de los peatones a la calzada y el ya de por sí casi invisible recuerdo del atentado quedó completamente oculto.
Los santanderinos no fuimos capaces de colocar una escultura visible y digna en el centro de la nueva rotonda, que perpetúe la memoria de aquella masacre. Aun hay tiempo, porque relegar el atentado más sangriento de ETA en Cantabria a un casi invisible monolito es una manera de borrar una página importante de la historia. El matrimonio formado por Eutimio Gómez y Julia Ríos, y el joven Antonio Ricondo merecen quedar grabados en la geografía urbana de la ciudad.
Cada vez que camino por la calle Atocha de Madrid y veo el excelente monumento dedicado a los abogados laboralistas asesinados de manera vil por unos criminales ultraderechistas, pienso en algo similar en la Albericia para que nunca se borre la huella de la barbarie etarra. En Santander existe un monumento de las víctimas del terrorismo en la península de la Magdalena. Una escultura de gran tamaño realizada por Agustín Ibarrola. Pero la negra huella del terrorismo independentista debe ser indeleble.
La comisión que la Unión Europea ha enviado a España para estudiar los crímenes de ETA ha realizado un primer documento en el que considera que los atentados etarras son crímenes de lesa humanidad, que deben ser imprescriptibles y que no se pueden amnistiar. Los enviados de la UE van más allá y tras considerar que no cabe la amnistía para esos delitos, afirman que los beneficios penitenciarios a los presos deben ir unidos a la colaboración que presten para resolver los delitos que aún perviven en la impunidad. Este posicionamiento de la UE es un buen motivo para dignificar, con una escultura ubicada en la rotonda de la Albericia, la memoria de las tres víctimas mortales de ETA y los muchos heridos por un atentado que conmovió a toda España.
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